Diari Més

Política municipal

Tres exportavoces vecinales de Sant Salvador pasan en poco tiempo por el pleno de Tarragona

Castaño, Guzmán y Sánchez coinciden en la mejora de la limpieza, la seguridad, la conexión con el centro, entre otros

Los concejales Manel Castaño (ERC) y Cristina Guzmán (Juntos) y el exconcejal Pedro Sánchez, de izquierda a derecha.

Tres exportavoces vecinales de Sant Salvador pasan en poco tiempo por el plenoOlívia Molet

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Tres presidentes de las dos asociaciones vecinales de Sant Salvador y Sant Ramon, el barrio ubicado más en el norte de Tarragona, han aterrizado en los últimos años en el plenario del Ayuntamiento. Uno de ellos, nuevo de este mandato, ahora es consejero de Educación y de Seguridad Ciudadana: Manel Castaño. Los otros dos ya formaron parte del anterior plenario, entre el 2015 y en el 2019: Cristina Guzmán y Pedro Sánchez. El último tuvo que dejar repentinamente la política y asegura que volverá al activismo vecinal, allí de donde venía. Los tres coinciden en varios problemas que tiene que afrontar el barrio: la segregación escolar, la conexión con el centro, la seguridad o la limpieza son preocupaciones de unos vecinos que, de manera temporal, les toca trabajar desde la institución.

Castaño, que desde el pasado mes de octubre milita en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), fue presidente de la Asociación de Vecinos de Sant Salvador entre los años 2004 y 2014. Cree que su participación en este movimiento fue «totalmente casual» después de que en 1982, por motivos familiares, fuera a vivir en este barrio. Con la voluntad de integrar a todos los recién llegados que iban llegando, a raíz de las nuevas construcciones, primero en Santa Isabel y después a Sant Ramon, que, apunta, «descohesionaron el barrio», se apuntó a la entidad con 49 años. «En Sant Salvador, hay una diversidad de población muy grande, hay gente pobre, hay mano de obra cualificada, clase media... Tenemos un norte y un sur desde un punto de vista socioeconómico», afirma. Este sur está precisamente en el norte del barrio: la zona de Interblocs, lo que fue el origen de esta zona edificada originariamente entre los sesenta y los setenta. Fue al principio de los años 2000 cuando desde la Asociación de Vecinos se ponen en marcha el aula taller, con el fin de paliar el fracaso escolar, la mesa de entidades, el plan de desarrollo comunitario con un sistema de mediación o el primer plano educativo de entorno. Es un legado que Castaño se enorgullece de recordar y asegura que se produjo gracias a sus conexiones con la administración y el sector de la educación.

A pesar del buen balance que hace de su mandato en la entidad vecinal, Manel Castaño se quedó con la espina de resolver cuestiones pendientes como el mantenimiento de la zona de Interblocs. También, los pisos pateras, los pisos ocupados o la seguridad en general, «que no son problemas exclusivos de Sant Salvador», destaca. El año 1998, apunta, el Ayuntamiento firmó un convenio de cesión de uso en la zona de Interblocs con el fin de poder intervenir. «Aquello se dejó de hacer, revisaremos los convenios, no han sido denunciados por ninguna de las partes y entendemos que tienen vigencia», afirma el concejal. La voluntad es precisamente evitar la dejadez en que se encuentran los espacios comunes de este lugar del barrio, donde incluso se pueden ver varios coches abandonados. El gobierno tiene las esperanzas depositadas en los Consejos de Distritos, que se prevé que entren en funcionamiento a finales del año 2020. «Tienen que ser los vecinos los que digan dónde intervenimos», destaca. Lo mismo pasa con la seguridad, un área que irá a cargo del expresidente vecinal y que podría contar próximamente con «agentes de proximidad» que estarían vinculados a estos consejos.

Aunque no es su área, los principales problemas de convivencia se generan a causa de la vivienda. La falta de acceso y, sobre todo, el hecho de que en las escaleras haya pisos vacíos y ocupados preocupa el nuevo gobierno. «Los pisos no se venden, no es un producto que pueda ser comprable, aunque valgan 15.000 o 20.000 euros», asegura en el caso de la zona a Interblocs. Por este motivo apuestan por explorar la vía de alternativas como la expropiación, como ya han hecho en Barcelona.

Con respecto a la escuela, Castaño destaca que mientras en el barrio las personas nacidas fuera del Estado español ronda entre el 15 y el 30%, en los centros de enseñanza «el nivel de diversidad es del 80 o el 90%». «La diversidad es excesiva, a pesar de los esfuerzos del Departament de bajar las ratios y de dotar de recursos, es muy homogéneo en el sentido que muchos niños venden de fuera», añade. En este sentido, como nuevo consejero de Educación, tiene previsto iniciar una campaña de sensibilización entre los padres del barrio. «La escuela de Sant Salvador es tanto o más digna que el resto de escuelas desde el punto de vista educativo», dice.

Guzmán, la presidenta efímera

Otra exlíder vecinal y ahora concejala de Junts per Tarragona es Cristina Guzmán. Este será su segundo mandato en el plenario, pero antes había sido implicada con la Asociación de Vecinos. «Entré con 13 años como vocal de juventud», señala. Su implicación con el barrio se tradujo también participando del Tarragona Handbol Club. «Siempre que he cogido una presidencia ha sido porque el antecesor se ha marchado, pasó lo mismo con Manel Castaño, que me dijo que sobre todo no me pusiera en política y fue lo primero que acabé haciendo,» dice. Guzmán tomó esta decisión, añade, porque pensaba que podía alcanzar más objetivos para el barrio desde esta posición. Recuerda que antes se habían convocado cortes para una reivindicación histórica: la conexión a pie entre Sant Salvador y el centro, por la N-240. «Cortar la carretera no era la única opción», detalla. Después de los primeros cuatro años en el Ayuntamiento, valora que la entrada de nuevos concejales en el 2015 de diferentes formaciones políticas comportó que se hablara más de las problemáticas de los barrios en el pleno, pero que las mociones no se ejecutaban. A pesar de esta crítica en el anterior gobierno, sigue pensando en la utilidad en ser concejala, más que la de ser presidenta vecinal. «No es lo mismo que te llame un consejero que lo haga un presidente de una Asociación de Vecinos, te da un poco más de voz, aunque estás a la oposición», dice.

Guzmán comparte la sensación de «abandono» de buena parte de los habitantes de Sant Salvador. Fija la conexión con el centro, la seguridad, la vivienda y la segregación escolar como los retos a afrontar. Con respecto a la seguridad, recuerda que en el 2015 se implementaron las juntas de seguridad por barrios. Algunas de estas incidencias están relacionadas con el tráfico de drogas. Aunque Castaño y Guzmán coinciden en decir que Sant Salvador no es un barrio que destaque por este tipo de delitos, la concejala de Junts reclama más recursos en agentes con el fin de eliminar los puntos de venta. «Todo pasa para que la Guardia Urbana y Mossos d'Esquadra bajen del coche y no se queden al perímetro», dice. Una de las urgencias, cree, se encuentra en la contratación prometida de 22 nuevos agentes de la policía local: «Tienen que entrar en la academia a en septiembre y no el próximo año».

De Unió, de Ciudadanos y del PP

El ahora exconcejal de Ciutadans, Pedro Sánchez, lideraba hasta su entrada en el consistorio la Asociación de Vecinos de la ciudad de Tarragona desde Sant Ramon i Sant Salvador. La entidad, que no comparte federación con la otra AAVV, se ha mostrado a menudo más enfocada a «hacer cumplir las ordenanzas municipales». Sánchez se ilusionó en el 2015 con el proyecto de Rubén Viñuales (Ciudadanos), quien le comunicó, a pocos meses de los comicios de este año, que no seguía confiando en él. Sánchez cree que «hicieron una mala gestión» al decidir, ahora hace cuatro años, no entrar en el gobierno de Josep Fèlix Ballesteros. A pesar de su apoyo público al PP durante la campaña, ahora se considera «independiente» y asegura que seguirá recogiendo las demandas de los vecinos para trasladarlas al consistorio.

Ideológicamente «de centro o centro derecha» –afirma que su referente es la antigua Unión de Centro Democrático y que fue fundador de Unió Democràtica de Catalunya en Vila-seca–, en mayo se podría haber presentado por varios partidos que le ofrecieron un lugar, entre ellos: Izquierda en Positivo, Lliures, Somos Identitarios o Centrats.

En referencia al barrio de Sant Salvador, Pedro Sánchez, conocido por sus críticas a los recién llegados, se muestra preocupado con respecto a la anchura de las aceras o por el mantenimiento del espacio público. «Si no lo hacen bien, no podemos estar cuatro años más sin que las cosas se arreglen», asegura. Con respecto a las ordenanzas, es partidario de «reeducar a los de aquí y educar a los recién llegados». Eso sí, lo reclamará desde la calle: «No hay ninguna diferencia entre ser concejal a la oposición y ser portavoz vecinal».

Un barrio no independentista

En las elecciones municipales del pasado 26 de mayo, de la misma manera que en Ponent y en Sant Pere y Sant Pau, el partido que quedó en primera posición fue el PSC (26,9%), muy por encima de ERC (17,84%) o de Ciudadanos (17,33%), en Comú Podem (9,43%), Junts (8,41%), Vox (5,14%) o la CUP (2,66%). Si bien los resultados de las fuerzas independentistas fueron minoritarios, la subida de los republicanos –que en el 2011 en el mismo barrio alcanzaron 33 sufragios (1,85% de los vots)– destapó una voluntad de cambio en el gobierno municipal y lo que podría entenderse también como un viraje ideológico que ya se pudo notar en las elecciones estatales del pasado 28 de abril. Sin embargo, Cristina Guzmán reconoce que «Sant Salvador no es un barrio independentista». Manel Castaño, que se pasea por sus calles con el lazo amarillo, dice que «se me respeta, no tengo ningún problema». Según Castaño, «es aquella idea que tiene ERC que nos tenemos que ver como un vecino más, como personas muy próximas». Por este motivo, y también por proximidad ideológica, asegura que no dudó a la hora de aceptar la invitación del ahora alcalde Pau Ricomà y de la exconcejala Mònica Alabart con el fin de ayudarlos con el programa electoral. En el mismo sentido actuó Cristina Guzmán, en el 2015, cuando el ya traspasado Albert Abelló le ofreció un tercer lugar en la lista de Convergència i Unió, como independiente. Más tarde se acabó afiliando a un partido que ha ido cambiando de nombre y de planteamientos políticos, especialmente por lo que hace el eje nacional, pero confiesa sentirse «cómoda» con los cambios. «La gente tiene que saber diferenciar entre política nacional y política municipal, hay gente que no es independentista y me ha votado», añade.

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