Diari Més
Montse y Pinyeres Assens

Autoras del libro '100 jocs per fer a casa amb els teus fills' (Ed. Cossetània)

«Los juegos tradicionales son un punto de encuentro entre padres e hijos»

‘100 jocs per fer a casa amb els teus fills’ es una recopilación de juegos tradicionales, que requieren poco material y fomentan las relaciones familiares

Pinyeres y Montse Assens con el libro que recoge los juegos de su infancia.

«Los juegos tradicionales son un punto de encuentro entre padres e hijos»Cedida

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—¿De donde han obtenido este centenar de juegos que recopilan en su libro?

—Pinyeres: Aunque, tanto Montse como yo, hace muchos años que trabajamos con niños y teníamos una buena recopilación de juegos, la mayoría provienen de nuestros recuerdos de infancia, de los largos ratos que pasábamos jugando.

—¿Qué características comunes tienen los juegos que han seleccionado?

—Montse: Son juegos tradicionales, los de siempre, sencillos, imaginativos, estimulantes y que, además, se pueden hacer con material reciclado.

—¿Les han quedado muchos en el cajón?

—Pinyeres: ¡Bastantes! Juegos hay muchos y, en el libro, sólo hemos puesto los que se pueden jugar dentro de casa. Y también han quedado en el cajón todos aquellos que necesitan de una explicación larga y detallada para que sean entendedores, ya que a la hora de hacer la selección también hemos buscado la sencillez.

—Hay muchos populares, que jugábamos nosotros mismos de pequeños. ¿A su parecer, qué tiene que tener un juego para pasar a través de generaciones?

—Montse: Para que los juegos pasen a través de generaciones siempre tiene que haber alguien que te los enseñe. Por otra parte, el hecho de que haya alguien dispuesto a jugar contigo y a compartir momentos de recreo es quizás el que los hace más atractivos.

—¿Son juegos perdidos o siguen vivos en el espacio lúdico de los niños de hoy día?

—Pinyeres: Quizás se ha perdido en el ámbito familiar, ya que los ratos padres-hijos, con el ritmo de vida que se lleva, acostumbran a ser más escasos. Pero allí donde el juego forma parte del aprendizaje de los niños, se mantiene vivo.

—Nuestros hijos han crecido muy acompañados de la tecnología y de juegos asociados a las pantallas. ¿Qué les aportan, los juegos tradicionales, en contraposición a los tecnológicos?

—Montse: Los juegos de siempre, donde hay una interacción entre niños, desarrollan las habilidades socioemocionales, y los niños aprenden y se socializan de manera innata mientras juegan. En contraposición, los juegos delante de las pantallas crean una individualización de la persona, un aumento del estrés y una falta de paciencia por el hecho de que todo viene dado en el instante.

—¿De qué manera estas propuestas pueden ser también un punto de encuentro de padres e hijos?

—Pinyeres: Desde el primer momento, la intención de nuestro libro es esta, que sea un punto de encuentro. Ya desde el inicio, porque empezamos elaborando nuestro propio juego, personalizándolo, fomentando la creatividad y la imaginación, para después, jugar.

—¿El juego popular y tradicional es también una herramienta de transmisión de la cultura?

—Montse: Siempre lo ha sido, ya que muchos de estos juegos forman parte de la cultura popular que se transmitía de padres a hijos. Actualmente, el ritmo de vida no pone las cosas tan fáciles a la hora de compartir ratos y nosotros hemos querido contribuir de alguna manera a facilitar esta herramienta a fin de que no se pierdan todos estos juegos.

—¿En su recopilación hay juegos que sean típicamente catalanes?

—Pinyeres: No nos hemos detenido a pensar si eran típicamente catalanes o no. Lo que quisimos fue hacer una recopilación de los juegos a los que jugábamos de pequeñas y que forman parte de la cultura tradicional de nuestro país.

—Finalmente, ¿cuál es su juego preferido de todos los que han referido en su libro?

—Montse: Los cromos y los tabes me llevan muchos buenos recuerdos de infancia. Me había pasado horas jugando.

—Pinyeres: Para mí, la carrera de tachaduras de boli. Entre clase y clase siempre encontrábamos un rato para jugar, y mi mejor boli lo guardaba como un tesoro.

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