Diari Més

La calidez de los muros de piedra antigua

El Hostal 977, de la calle Cavallers de Tarragona, es fruto de un proyecto de reconversión arquitectónica

Antonio Carrillo y Orlando Rubio, dos de los promotores y propietarios del alojamiento.

La calidez de los muros de piedra antiguaGerard Martí

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Hace unos años se popularizó el término Hotel boutique para definir los alojamientos que se distinguen por el servicio, el diseño y la ubicación, en contraposición a los hoteles estándares. El Hostal 977, situado en la calle Cavallers de Tarragona, se enmarca a la perfección en el concepto boutique, siendo un excelente exponente de lo que significa este tipo de oferta de alojamiento. Por su ubicación en el corazón de la Part Alta, por su diseño, fruto de la renovación integral de un antiguo edificio de la calle, y por el trato de sus propietarios, entusiastas con lo que ofrece la ciudad de Tarragona.

El 977 abrió puertas pocos días antes de Semana Santa y es el resultado de la tozudez de tres emprendedores, Orlando Rubio, Antonio Carrillo y Ramon Tornero, que supieron ver una oportunidad de negocio. «Queríamos hacer un alojamiento pequeño, familiar, con encanto, un concepto que en Tarragona no existía», detalla Orlando Rubio, que es arquitecto técnico aparejador. Con sus dos socios, que están vinculados en el mundo de la construcción, tenían previsto hacer este hostal en un edificio de la calle de Riudecols, pero por un problema de concesión de licencias estuvieron unos años esperando a poder ponerlo en marcha. Mientras tanto, les surgió la oportunidad de comprar el edificio del número 4Bis de la calle Cavallers, «y decidimos que lo que queríamos hacer allí, lo podíamos hacer aquí», explica Rubio.

Lo que querían hacer, y que ha acabado siendo una realidad, es un alojamiento con cinco habitaciones dobles, completamente automatizado con respecto a las entradas y las salidas, y con una decoración mínima donde resaltan materiales como la piedra y la madera, y donde se combinan elementos clásicos con detalles de última generación.

«Este edificio eran dos viviendas, unos bajos y un primer piso, y cuando lo compramos no se parecía nada a lo que ha acabado siendo. Habían sido habitados por personas mayores, y nos los encontramos en una situación no precaria, pero sí antigua. Nuestra idea no era volver al estado inicial de las viviendas, sino recuperar la piedra, las vigas de madera y otros elementos del edificio para volver a su estado original. Por eso, todo aquello que se podía recuperar, lo hemos recuperado, y hemos hecho que luzca», explica el arquitecto. Él mismo es quien se encarga de recibir a los clientes, que desde que abrieron han ido llenando el hostal tanto en fines de semana como en días laborables. Parejas, grupos de amigos e incluso familias se han alojado en el 977. La mayoría, asegura Orlando, se llevan «una impresión buenísima de la ciudad desde el primer momento». Él se encarga de exponerles toda la oferta gastronómica y turística de la ciudad, aunque, señala, hay ocasiones en que se siente un poco limitado por los horarios de apertura o visita de algunos enclaves: «Me he encontrado con gente que ha venido el domingo y se ha quedado a dormir, y que se encuentran con que el lunes está muy cerrado». Sin embargo, el empresario explica que Tarragona es una ciudad que despierta el interés del turista, y que a menudo el visitante se encuentra gratamente sorprendido.

La fachada del alojamiento.

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