Diari Més
Claudia Valero de la Flor

Estudiante de Ingeniería Industrial

«Pienso que la tecnología tiene que servir para ayudar a la gente»

La joven tarraconense ha recibido de manos del President de la Generalitat el premio Recerca Jove 2018 que reconoce los mejores Treballs de Recerca

Claudia Valero con el prototipo de dispensador de pastillas que le ha hecho ganar el premio.

Claudia Valero con el prototipo de dispensador de pastillas que le ha hecho ganar el premio.Gerard Martí

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—Su trabajo es un dispensador automático de medicación para personas mayores. ¿Qué características tiene?

—Es un dispensador con cuatro compartimentos que se llenan en la farmacia, y en cada uno va un medicamento diferente. Es programable, para que cada píldora se dispense en un día y una hora concretos. Está pensado para que las personas mayores o con alguna discapacidad se lo lleven a casa ya programado de la farmacia y sólo tengan que estar pendientes de cuándo suena la alarma para coger la pastilla y tomarla.

—¿Su proyecto consistió tanto en el diseño del prototipo como en su desarrollo?

—Sí. Lo primero fue pensar la idea. Hice un estudio de mercado, porque los dispensadores tradicionales ya existen. Mi inspiración fue mi abuela, que tenía uno, y se ponía una alarma en el móvil para saber cuándo tomarse la pastilla. Pensé que no es práctico porque, por una parte, hace falta llenar el pastillero y, de la otra, configurar el móvil. ¿Por qué no unir las dos cosas? También hice una búsqueda en Internet y encontré que existían modelos un poco automatizados, pero ninguno me acababa de gustar. Entonces pensé qué requisitos tenía que tener el mío: una alarma, compartimentos separados, que se llenara en la farmacia, y sobre todo que funcionara solo. A partir de aquí, diseñé primero lo que sería la forma, dibujándola, y después la pasé al ordenador para poder imprimirla en 3D. Acto seguido hice la configuración con Arduino. Lo programé y, y finalmente monté los componentes. Al fin y al cabo lo hice a través de un convenio con la URV que me permitió utilizar sus laboratorios de Ingeniería mecánica y su impresora 3D. Cuándo ya lo tuve hecho, estuve una semana haciendo pruebas, y funcionó muy bien.

—¿Sería viable comercializarlo?

—Yo creo que sí, porque es práctico y funciona bien. El único problema que veo es que a mí me costó mucho construirlo, pero supongo que si se elaborara en cadena, sería viable. Además, lo diseñé pensando en todo tipo de formatos, porque debajo de cada dispensador hay una especie de pelota que sólo deja salir una píldora, y la forma se puede adaptar al tipo de pastilla.

—¿Qué cree que valoró el jurado de su trabajo?

—Yo creo que gané porque es un proyecto interdisciplinario, no es puramente tecnológico. En la escuela donde estudié, el Santa Teresa de Jesús, cursé el bachillerato de biología, física y química. Antes de empezar a desarrollar el aparato, hice encuestas en las farmacias de Tarragona para saber cuáles eran los medicamentos que toman las personas mayores de manera más habitual y qué forma tienen las píldoras, para buscar una golosina que fuera similar. Yo creo que les gustó que hiciera electrónica y diseño 3D, pero también con un poco de investigación sobre la salud.

—Este año ha empezado a estudiar Ingeniería industrial. ¿Su vocación está orientada hacia el diseño de artilugios como este?

—Es cierto que ahora estoy haciendo estos estudios, pero la inspiración para este proyecto fue la idea de pensar que la tecnología tiene que servir para ayudar a la gente. Lo vi como una oportunidad para ayudar a mi abuela y a las personas que tienen que tomar muchas píldoras y se pueden acabar haciendo un lío. Pero lo que me interesa en un futuro no está tan relacionado con este trabajo, porque yo siempre he sido una gran amante del deporte y mi objetivo es poder unir lo que he estudiado con la práctica deportiva, desarrollar nuevos tejidos, material de deporte de montaña que sea más ligero y resistente.

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