Diari Més

Tradición

Un Día de la Mona con mesas libres, mirando al cielo y pendientes de la lluvia

No todos los lugares donde tradicionalmente los tarraconenses celebran la jornada se llenaron

Un grupo numeroso de personas que escogieron el Parc del Francolí para pasar el día de la Mona con la familia y los amigos.

Un Día de la Mona con mesas libres, mirando al cielo y pendientes de la lluviaOlívia Molet

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La amenaza de una lluvia que no llegó hasta las 6 de la tarde, pero que estuvo en la mente de los tarraconenses en las primeras horas de la jornada, fue la protagonista de un Día de la Mona marcada por la meteorología. Algunos de los espacios que habitualmente son punto de destino para celebrar esta tradición no tuvieron la concurrencia de otros años, mientras que otros se llenaron.

La ocupación fue desigual. Los alrededores del Pont del Diable acogieron numerosos grupos de personas, mientras que el Parque del Francolí vivió las dos caras. A las dos de la tarde, en la zona que se corresponde con el cuartel de la Guardia Urbana estaban ocupadas cuatro mesas, mientras que siete estaban del todo vacías.En el otro lado del Puente de Santa Tecla, donde se encuentra la zona infantil del Barco Pirata, la última mesa que quedaba vacía estuvo ocupada a las dos menos cuarto, e incluso algunos se ubicaron bajo el puente de la avenida de Roma para preservarse del agua en caso de lluvia.

Niños jugando a pelota, desplazándose en patinete e, incluso, haciendo carreras de sacos con bolsas de la basura sirvieron para pasar las horas mientras llegada la hora de comer y de comerse la mona.

La familia Díaz-Ruiz, de Bonavista, formada por el matrimonio y cuatro hijos, querían pasar el Día de la Mona en su barrio, pero no encontraron un lugar adecuado y decidieron ir al Parc del Francolí. «Hemos dejado el coche muy cerca por si tenemos que salir corriente», dijeron, mientras degustaban tortilla de patatas, lomo rebozado y olivas. «Hemos llegado a las 13 horas y no hemos tenido ningún problema para encontrar sitio», dijeron, para apuntar que «con el día que hace, hay poca gente».

En una mesa próxima, la familia Martínez, formada por cuatro personas residentes en el centro de la ciudad, jugaba al Memory, para refrescar la relación de banderas con los países correspondientes. «Hemos traído una mesa por si no encontraban sitio, pero no ha hecho falta», dijo uno de los miembros.

Julia López es una argentina establecida en Tarragona desde hace veinte años. Amante de la repostería, fue la encargada de confeccionar las tres monas de pascua que había encima de la tabla». «Son diferentes, porque cada uno tiene sus preferencias», dijo, antes de recordar que las había hecho de «chocolate y Nocilla, nata y fresas y dulce de leche y chocolate». La familia de López tomó posiciones a las 10.30 horas de la mañana. «Tenemos el coche a la vista, por si llueve y nos tenemos que marchar corriendo,» dijo una miembro de la familia, quien explicó que «queríamos hacer un asado argentino en el Llorito, pero estaba lleno y, por este motivo, hemos cambiado de menú y hemos venido al Parque del Francolí». La abuela Julia explicó que «la tradición del Día de la Mona es muy bonita porque se reúnen familias y amigos, los niños juegan y, en nuestro caso, cada uno ha llevado un plato diferente, con lo cual lo más probable es que sobre comida.» Julia no dudó a decir que, cuando conoció la celebración del Día de la Mona, «me hice hacen de esta tradición tan bonita, de la que participa tanta gente».

La lluvia se resistió a estropear el Día de la Mona en Tarragona y el temor se fue desvaneciendo en la medida en que avanzaban las horas. La fiesta no fue completa. A las seis, empezó a llover.

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