«Acompañamos a la mujer para que encuentre su manera de gestar, parir y criar»

—La figura de la doula no es nueva. ¿De dónde proviene?

—Tiene su origen en la época en que las mujeres se rodeaban de otras mujeres más experimentadas para dar a luz a sus bebés, además de la parturienta. Estas figuras fueron evolucionando. Hoy día, en el que las familias son de modelo mononuclear, y ya no se vive en comunidad, las mujeres casi no hemos visto a otras mujeres dar a luz de manera natural, dar el pecho, superar dificultades y, en definitiva, criar a los hijos. Lo que nos llega son modelos en que el parto está hipermedicalizado, la lactancia está llena de falsos mitos y la crianza está influida por modelos conductistas que hacen creer a las madres que si dejan llorar a los bebés serán más fuertes y autónomos. La figura de la doula surge en este contexto, para acompañar a las familias para que encuentren su propia manera de gestar, parir y criar a sus hijos.

—¿En el que consiste el acompañamiento que hace como doula?

—Mi manera de trabajar es fruto de la experiencia durante ocho años acompañando. Explicar qué significa «acompañar» no es fácil, puede ser que sólo lo entiendan aquellas personas que han sido acompañadas. Es por eso que a mí me gusta siempre quedar primero con las familias en un primer encuentro sin compromiso, en un entorno relajado y natural, para conocernos, escucharnos y poner voz y cara a la figura del acompañamiento. Yo, sobre todo, escucho mucho. Tal como apunta un educador de referencia en nuestra ciudad, David Sánchez, «acompañar es cuidar de lo más sagrado y valioso de una persona, su propio proceso».

—¿Este trabajo se centra únicamente en el momento del parto?

—No, también acompañamos en procesos de reproducción asistida, preconcepción, embarazo, embarazo después de pérdida, parte, postparto, adopción y crianza. En mi caso, por ejemplo, hago acompañamiento sobre todo de embarazos y postpartos. La mayoría de mujeres contactan conmigo en las primeras semanas de gestación, así que pasamos juntas casi ocho meses. Y también durante el postparto, porque acostumbro a acompañar a la familia durante dos o tres meses después del nacimiento.

—¿Qué preparación específica tiene, una doula?

—En mi caso me he formado con ginecólogos, pediatras, neonatólogos, antropólogos y psicólogos en cuestiones como el parto respetuoso, el sueño infantil, las pérdidas gestacionales, la lactancia, la neonatología y nociones de pediatría. Todo eso me sirve no para informar a la mujer, sino para acompañarla con mi experiencia.

—La doula también se suele relacionar mucho con el parto natural.

—Sí, se suele hacer esta relación, pero es un mito alejado de la realidad de las doulas. Es cierto que las mujeres que desean partos naturales, partos vaginales después de

cesarías, etc., buscan rodearse de personas en quien confían, que vean este proceso como natural y las ayuden a buscar sus recursos. Las doulas las ayudan a pasar este proceso, y si en algún momento la madre decae, le recuerdan sus propósitos y deseos. También puede hacer de puente para que la mujer pueda encontrar profesionales sanitarios especializados en seguir estos procesos. La realidad es que la doula acompaña todo tipo de partos, ya sean naturales, medicalizados o por cesárea programada. Nuestra misión es acompañar a la madre sin juzgarla ni intervenir, con amor y respeto, porque el parto tendría que ser siempre respetado, independientemente del estilo de parto que desee cada mujer.

—¿La doula es todavía una figura desconocida?

—Hay países donde la doula forma parte del sistema sanitario, o bien son un servicio que se ofrece en los seguros médicos. Incluso hay hospitales que hacen formación para convertirse en doula. En España hace un tiempo esta figura fue cuestionada, pero se hizo sin tener una información veraz. Por fortuna las mujeres saben lo que necesitan o de qué manera podrían estar mejor en momentos tan transcedentals de su vida.