Diari Més

Urbanismo

El pozo que no lo es y los restos romanos de la plaza del Rey que no se ven

La estructura se hizo después del descubrimiento de un muro del siglo I formado por grandes sillares, con el objetivo que pudieran ser vistos desde el exterior.

El cristal que hay a la parte superior de la estructura está roto e, incluso, supone un peligro.

El pozo que no lo es y los restos romanos de la plaza del Rey que no se venDiari Més

Publicado por

Creado:

Actualizado:

Casi en un extremo de la plaza del Rey sobresale una estructura de hierro, cubierta por un cristal, que muchas personas atribuyen a un pozo de agua, quizás por su forma redonda. La realidad es bien diferente. No es un pozo, es un elemento diseñado por un arquitecto con el objetivo, nunca conseguido, de permitir que se vean unas estructuras de época romana que hay a unos metros de profundidad y que corresponden a un muro monumental del siglo I, que formaba parte del recinto del Foro Provincial. Estos restos se encuentran en mucho pocos metros de distancia de la torre del Pretorio, una de las cuatro esquinas de la gran plaza de Representación de Tarraco.

Hace unos años, el Ayuntamiento de Tarragona tomó la decisión de reurbanizar la plaza del Rey y sustituir el antiguo pavimento por el actual. Aprovechando las obras, se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas, con las cuales se detectó la presencia del muro romano, construido con grandes sillares y que atraviesa la plaza por el medio y en dirección a la iglesia de la Sangre.

Con el objetivo de dejar visible el muro, el arquitecto responsable del proyecto hizo construir una estructura similar a la de un pozo. Por sus características y por el hecho de estar hecho con hierro, generó varias problemáticas. Una fue que, en verano, muchas personas, sobre todo turistas, aprovechaban el pozo para sentarse y descansar un rato. Pero el calor que acumulaba el hierro se transmitía de manera rápida al cuerpo de aquellas personas que lo utilizaban como si fuera un banco. Con el fin de evitar que se produjera esta circunstancia, se añadió una barandilla, también de hierro, con lo cual se ponía fin a la práctica de sentarse encima del pozo.

Lo más grave, sin embargo, es que la presencia de un cristal en la parte superior y que cubriera el orificio tampoco aportó un resultado satisfactorio. La humedad del interior provocaba una atmósfera que perjudicaba gravemente los bloques de piedra romanos, que rápidamente se llenaron de verdín. La estructura adoptada impedía la visión de los restos arqueológicos y las perjudicaba. Como solución a la aparición del verdín, tiempos más tarde se hicieron unas aperturas laterales, con ventiladores incorporados, para airear el agujero y poner fin al problema. Los agujeros se convirtieron en guarida para los gatos y, también, como depósito de desperdicios como latas de bebidas, como una que estaba la semana pasada.

La visión de los restos romanos era imposible y, además, con el transcurso del tiempo el cristal, opaco, se escardó, convirtiéndose, incluso, en un peligro en caso de que una persona subiera encima. El estado actual del cristal no deja ver los primeros centímetros del orificio y el aspecto que presenta es lamentable. No sólo impide ver los restos de época romana, sino que transmite un aspecto de dejadez poco recomendable en un entorno patrimonial como la Parte Alta y, en concreto, la plaza del Rey, uno de los lugares de la ciudad por el que transita un mayor número de turistas.

Desde algunos sectores, y de hace años, se cuestiona la presencia de la estructura y se clama por la adopción de una medida más acertada, aunque implique no poder ver los restos romanos que hay en el subsuelo de la plaza, como en realidad ya sucede.

tracking