Los vecinos de la zona de Eivissa y Jaume I están hartos de una colonia de palomas

Convivir con un numeroso número de animales no es nada fácil y menos cuando se trata de palomas que conquistan espacios urbanos e, incluso, zonas de las viviendas.

Vecinos de los alrededores de las calles Eivissa, Jaume I y Vapor están hartos de la elevada presencia de palomas en esta zona de Tarragona. Las llamadas que de hace más de un año dirigen en el Telèfon Verd del Ayuntamiento, con la finalidad que actúe para rebajar el número de palomas y, como contrapartida, las molestias que ocasionan, no han obtenido la respuesta esperada, según informó en esta redacción a uno de los vecinos afectados.

«Las palomas no tienen un enemigo natural y han invadido toda esta zona de Tarragona, provocando muchas molestias a los vecinos,» dijo. El vecino comentó que «mucha gente ha puesto plásticos y CD's en los balcones con la intención de que las palomas no vayan, ya que lo ensucian todo, ponen huevos e, incluso, con los ruidos que hacen no dejan dormir y a las seis de la mañana tienes que levantarte para echarlos de te casa». El vecino apuntó que «el problema es cada vez más importante, ya que las palomas invaden balcones, terrazas, ventanas, tendederos de ropa y todos los espacios tienen acceso en los cuales, dejando sus excrementos». Esta situación «nos afecta a muchas de las personas que tenemos a la residencia en esta zona de la ciudad», añadió, a la vez que lamentó «la pasividad del Ayuntamiento».

El vecino afectado explicó a esta redacción que «la colonia de palomas estaba, hace unos años, en una cueva situada a las antiguas cien escaleras de Vapor –donde hay restos de época romana–, pero una vez se instalaron las mecánicas invadieron los edificios más próximos, sobre todo uno de nueva construcción que ha sido deshabitado durante años».

Según la opinión del vecino residente en la zona, «el problema con los colonos viene de muy lejos y es por culpa de las escasas campañas que llevar a cabo el Ayuntamiento con el fin de erradicar una plaga que cada vez es mayor». A esta situación se añade el hecho que «cada día una mujer lleva comida y agua a las palomas, por lo cual los animales no se tienen que mover para encontrar un alimento que tienen asegurado».

Por otra parte, también preocupa el hecho de que las palomas son aves portadoras de enfermedades y parásitos. Su presencia inquieta a unos vecinos que no ven la fórmula para acabar o, como mínimo, reducir el número de unos animales que les resultan particularmente molestos.