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Bonavista, cierre «revolucionario» y referente del sindicalismo

El antropólogo Fedeorco Bardají explica los orígenes del barrio en una visita guiada en el marco del ciclo ‘Historias Escondidas’ del Museo de Historia

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Epicentro de la lucha sindical en la provincia y cuna de referentes culturales del mundo del flamenco, Bonavista es un barrio «hecho a sí mismo». El antropólogo Federico Bardají lo tiene claro. Junto con Torreforta, el barrio lideró las protestas por el derecho laboral en los primeros años de la democracia. Es uno de los rasgos característicos de un barrio formado a raíz de la inmigración –generalmente andaluza– de los años 60.

Desde la plaza de la Constitución, Bardají iniciaba ayer una visita privilegiada para conocer la historia del barrio. El público, veinte curiosos, casi nadie del barrio. El marco, el ciclo Historias Escondidas, impulsado por el Museo de Historia de Tarragona, que un domingo de cada mes acerca aspectos concretos de la historia tarraconense a la ciudadanía. Bonavista empieza a andar en 1956, con la construcción de las primeras casas. «Son teorías mías, no tengo pruebas. Es lo que me dice la gente», explica el autor del libro Bonavista. Una biografía Social. Aquel año las plantaciones de algarrobos murieron a causa de una gran helada. Los campesinos vendían las parcelas a los andaluces que, sobre todo desde Jaén y Córdoba, llegaban a Tarragona para construir un futuro con sus familias.

Bardají deja claro que nunca fue un barrio de barracas. Este barrio «de autoconstrucción» todavía mantiene algunas de las primeras casas bajas. La inmigración de centenares de andaluces de Palenciana, Jaula y Benamej generó un barrio donde la música flamenca «surge espontáneamente». En estas calles ha crecido la bailaora Belén López. También los cantantes Paco en La Luna y José Miguel Vázquez. Rodeado del grupo de visitantes, Bardají revela algunas curiosidades. En los años 80 un grupo de aficionados a los castillos, agrupado entorno el colectivo conocido como Los Chinitos, intentaron, sin éxito, construir un grupo. «Quizás no tuvo el apoyo institucional necesario», observa. Buenos Aires, una especie de barrio dentro de Bonavista, es otra de las paradas de la visita. Acogía durante la dictadura granjas de cabras, caballos y ovejas. Con la democracia se prohibieron y se construyeron casas en torno a este almacén. «El barrio de laso moscas le decían», relata. Desde este punto elevado, se contempla una vista magnífica de la sierra de la Mussara.

Pasado reivindicativo

La tranquilidad de sus calles esconde un pasado reivindicativo y de protestas sociales en las calles. «Ahora está muy calmado, pero hace 40 años este era un barrio revolucionario», explica el historiador. Cortes de carretera, manifestaciones y, sobre todo, un boicot histórico; el del bus, a causa de la subida de media peseta en la tarifa y que paralizó la subida de precio. Era la primavera de 1974. «Los grises rodearon el barrio durante catorce días. La gente se negaba a coger el bus. La policía no sabía que hacer, estaban acojonados», sigue.

En la lucha por el ambulatorio, las escuelas, destaca el papel de las mujeres, siempre al frente. «Eran las más valientes, galvanizaban a la gente con sus mítines». Antes de que aterrizaran las empresas petroquímicas, los primeros vecinos de Bonavista disfrutaban de otra gran panorámica, las vistas que ofrecía la Costa Daurada con las playas del Pinar y la Costa Daurada. Estas buenas vistas, especula Bardají, son quizás el origen del nombre del barrio de Bonavista.

Bardají parafrasea al activista vecinal Salvador Serrano para hablar de la relación entre el barrio y el centro de la ciudad. «Recogen las migas que sobran del centro. La historia se repite. A nivel simbólico, cultural, el trato es penoso», subraya.

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