Diari Més

La avenida de Andorra pierde sus fiestas después de 27 años de historia

La cita era muy esperada por los pequeños que, una vez el año, podían ir en bici y correr por su calle

Imagen de archivo donde se puede observar el enorme poder de congregación que tenían las fiestas.

La avenida de Andorra pierde sus fiestas después de 27 años de historiaJoan Antoni Torreblanca

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Con el fin de la histórica Associació de Veïnos Tarraco de la avenida de Andorra, las fiestas de la calle también pasan, desgraciadamente, a la historia después de 27 años de celebraciones. El primer fin de semana de septiembre, los más pequeños del barrio ya no podrán sacar sus bicicletas a pasear por el asfalto por donde, diariamente, transitan miles de vehículos. El cierre de una de las arterias de acceso al centro de la ciudad se vivía con una gran ilusión por parte de los menores. «Cada año, cuando el viernes de fiestas a las tres de la tarde cortábamos la circulación, había muchos niños en las aceras en las bicicletas y los patinetes esperando para bajar a la calzada. Les cambiaba la cara, era un fin de semana donde podían jugar en su calle», apunta entristecido al último presidente de la entidad vecinal, Pere Calvet. «Un agente de la Guardia Urbana me llamó hace unos días para preguntarme qué tenían que hacer en las fiestas de este 2018 y yo le tuve que responder que este año no les daríamos ningún trabajo...», se lamenta el líder vecinal.

«Ha habido años que hemos llegado a tener inscritos entre 250 y 300 niños en las actividades que hacíamos. Todo estaba pensado para ellos, si no hay dinero para la orquesta, pues nos quedamos sin música, pero no sacamos ni una sola de las carreras que hacemos», recuerda Clavet. «Creo que no hay nadie en Tarragona que pueda decir que sus niños no han podido participar en nuestras fiestas. Acogíamos a todo el mundo, lo único que pedíamos era que se apuntaran, para que ganaran o perdieran se los entregábamos una bolsa con algunos regalos por haber participado», expone al presidente de la entidad, quien, sobre todo, remarca el calor de los hogares de la avenida durante el fin de semana festivo: «Las casas se llenaban de primos y de amigos de clase que venían a pasar unos días para participar», desgrana.

Ni socios, ni Ayuntamiento

Calvet se lamenta de la falta de apoyo por parte de los residentes y también del consistorio tarraconense. «Nos dimos cuenta de que nos faltaba el apoyo de la gente del barrio. Antes teníamos unos 250 socios que pagaban anualmente 20 euros y últimamente sólo eran 50 personas. Toda la junta quería seguir, pero también nos vemos muy abandonados por el Ayuntamiento, así que pensamos que para estar aquí sufriendo, era mejor cerrar», concluye.

A Pere Calvet y también a la Loles, la responsable de adquirir las decenas de trofeos año tras año, les quedará de por vida una espina clavada: «Hemos organizado las fiestas para dos generaciones de niños y ahora que tenemos nietos, los dos de dos años, no los podremos ver correr por nuestra calle como han podido hacer tantos padres y abuelos en estos 27 años».

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