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El primer insumiso del Estado y David Fernández se 'rebelan' en silencio

Una cincuentena de personas se manifiestan delante del Palacio de Justicia para reclamar la libertad de los presos políticos

David Fernández, en el centro y en la última hilera, durante la concentración de media hora y en silencio que se hizo ante los Juzgados.

El primer insumiso del Estado y David Fernández se'rebelan' en silencioOlívia Molet

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El primer objetor de conciencia del Estado que fue sometido a un consejo de guerra y encarcelado por negarse a hacer el servicio militar, Pepe Beúnza, y el exdiputado de la CUP en el Parlament de Catalunya, a David Fernández, dieron apoyo, el martes por la mañana, a la cincuentena de personas que por espacio de media hora se concentraron en la calle la Popular, delante del Palacio de Justicia. Todos los martes, desde hace unas semanas, personas partidarias de la libertad de los presos políticos se manifiestan en silencio, para expresar a los colectivos de jueces, fiscales y policías que no están de acuerdo con las medidas aplicadas y los interpelan para que «rompan su silencio y actúen contra los actos contrarios al derecho penal y procesal», dijo Fernández. Los concentrados recibieron la semana pasada el apoyo de Carles Riera, portavoz de la CUP en el Parlament de Catalunya.

Fernández comparó los años setenta, cuándo aparecieron los primeros insumisos que se negaban a hacer la mili, con la actualidad, «donde, como en aquellos tiempos, mucha gente trabaja para conseguir que no haya presos políticos». El exdiputado añadió que «no es normal que en un país supuestamente normal se vivan situaciones como la que nos encontramos». Fernández expresó su agradecimiento «a la gente que no normaliza la excepción».

Víctima de un consejo de guerra

Pepe Beúnza, considerado el primer objetor de conciencia al servicio militar en el Estado, defendió la libertad de expresión y de acción y dijo que, «en una democracia, un referéndum nunca puede ser ilegal» y mostró su apoyo a quién considera que los políticos catalanes encarcelados tienen que ser puestos en libertad.

En enero de 1971, Beúnza se presentó en el cuartel en el cual fue llamado para incorporarse a filas, pero se negó a hacer al servicio militar. Esta decisión le supuso la prisión. En abril de aquel año fue juzgado por desobediencia en un consejo de guerra y durante dos años estuvo encarcelado en Jaén, la provincia donde nació, donde había presos políticos. El castigo impuesto por el régimen franquista no lo hizo ceder en sus pensamientos. Acabada la condena, y después de montar un servicio civil en su barrio de Orriols, en Valencia, para defender posicionamientos contrarios a la obligación de hacer la mili, Beúnza fue juzgado de nuevo por deserción, fue encarcelado dos meses y, después, lo enviaron 18 meses más a un batallón disciplinario de la legión en el Sáhara.

Ayer, en Tarragona, dijo que «desde 1971 hasta que la mili dejó de ser obligatoria pasaron treinta años». «En aquella época había un franquismo durísimo y, ahora, hay partidos que lo practican, aunque hasta hace poco habían tenido guardado su posicionamiento», añadió. Beúnza remarcó que «la mayoría de los jueces no son franquistas, pero algunos provienen de familias que sí que lo eran y ocupan cargos importantes dentro de la judicatura».

Lluís Pastrana, uno de los convocados de las concentraciones Silenci, rebel·leu-vos, comentó que «hace tiempo que esta acción dura en el tiempo y agradecemos que personas como David Fernández y Pepe Beúnza nos den apoyo». Concentraciones como la del martes se seguirán haciendo hasta el 31 de julio y, después de la Festividad del 11 de Septiembre, «iniciaremos una segunda fase». «El recorrido es largo», dijo Pastrana. En sus declaraciones, Pastrava dijo que «una parte de los jueces dan clase de Derecho Civil en la universidad y después callan lo que explican en las aulas». «Hay que denunciar a aquellos colectivos que actúan como si fueran intocables», añadió.

Mientras los concentrados mantenían su silencio y aprovechando un pasillo entre las diversas hileras, un hombre que iba acompañado de otra persona dijo, pocos metros después de superar los manifestados, «les tendría que caer la cara de vergüenza de estar aquí». El hombre llevaba una camiseta con la imagen del portaaviones Juan Carlos I.

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