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Sanidad Pública

Jefe de la UCI de Joan XXIII: «El fin de las restricciones en las visitas es bueno para todos»

El ICS permitirá a los familiares de los enfermos críticos, visitarlos más allá de las horas establecidas y, en el hospital de Tarragona, es una medida que ya se aplica

Imagen de archivo de un box de UCI de un hospital del Instituto Català de la Salut.

Ninguno del UCI de Juan XXIII: «El fin de las restricciones en las visitas es bueno para todos»ACN

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El Instituto Català de la Salut (ICS) permitirá acceder a las unidades de Cuidados Intensivos (UCI), Semicríticos y Coronaria, a los familiares más directos de los pacientes ingresados, sin restricciones de tiempo. En la provincia, son el hospital Joan XXIII y el Verge de la Cinta de Tortosa los centros que se verán beneficiados por esta medida.

De hecho, en el hospital de Tarragona es una práctica que, según explica la jefa de servicio de Medicina Intensiva (UCI, Semicríticos y Coronaria), Maria Bodí, ya se está implantando desde el pasado mes de septiembre, en estas unidades situadas en la primera planta del centro. «La nuestra ya era una de las UCI más abiertas, en otros sitios es cierto que había pacientes que pasaban muchas horas solos», concreta la médico.

Hasta la puesta en marcha, los familiares (también los directos), sólo podían acceder a los box donde estaban los enfermos tres veces al día. Una vez sobra las 8.30 h, otro a las 14 h y finalmente a las 20 h.

Se acaba la angustia de la espera

Ahora, esta angustia de las familias esperando que el sanitario de turno saliera de la unidad con un listado en la mano, para reclamar en voz alta «a los familiares de...», ya ha pasado, afortunadamente, a la historia. «Cambiamos totalmente la perspectiva, la relación y la comunicación con los familiares», indica a la doctora Bodí. Se trata de que las familias formen parte, activamente, del proceso de recuperación del enfermo crítico. «Es una medida muy beneficiosa para todos: para el paciente, porque aunque esté en coma o grave, el contacto, la presencia y la compañía de la familia, ayuda mucho; para las familias, porque se sienten que están haciendo un bien al enfermo y pueden conocer de más cerca, todo lo que se está haciendo por él y, finalmente, por los profesionales, porque podemos hacer una asistencia mucho más próxima y ya no hace falta que resuman a los familiares toda la información en sólo cinco minutos», enumera la jefa de servicio de Joan XXIII.

Un proceso individualizado

Bodí apunta que la apertura de puertas, literal, se consensúa con los familiares. «Se habla con cada familia y nos adaptamos. La información ahora es mucho más flexible, no es como antes. Si por motivos de trabajo o por diferentes obligaciones, la persona no puede ser a la hora que lo expliquemos, lo hacemos en otro momento», asegura.

La presencia de la familia puede ser útil, sobre todo, para|por pacientes con sedación: «Cuando se les empieza a retirar la sedación, se pueden desorientar y la familia, en estos instantes, le puede proporcionar bienestar y normalidad».

Vale a decir sin embargo, que la última palabra sobre el régimen de visitas la tienen los facultativos que, en función de las circunstancias, deciden si el enfermo crítico puede recibir acompañamiento. «Es posible que tengamos que realizar algunas técnicas o procedimientos y consideramos que es preferible que los familiares no entren», refiere la doctora Bodí. Además, hay que puntualizar que la eliminación de las restricciones se aplica sólo en el entorno familiar más directo (una o dos personas), el resto de familiares y amigos, tienen que esperar a las horas concretas establecidas.

Humanizar la estancia en la UCI

El fin de las puertas cerradas a cal y canto se enmarca en un programa de Humanización en las unidades de críticos que, en definitiva, se traduce al hacer menos blancas, duras y frías las paredes del hospital. Al Joan XXIII, junto con la doctora Bodí, varios médicos y enfermeras comandan los pasos hacia este objetivo. La doctora Vanessa Blázquez y la enfermera Diana Gil se encargan de la identificación y el tratamiento de los delirios, la desorientación y la angustia, asociados a la estancia en el UCI. De la rápida movilización (levantarlos de la cama lo antes posible, para acelerar la recuperación) se hacen cargo la doctora Mònica Magret y la enfermera Judith Mariné. Finalmente, de la ordenación de las visitas y la atención al familiar se ocupa la enfermera Laia Labad. «Se trata de un trabajo en equipo, donde todo el mundo es importante», afirma la cabeza del UCI, Maria Bodí.

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