Diari Més

La carta pidiendo a un frutero que no se ponga el lazo amarillo genera una ola de solidaridad

La hija de una cliente que vive en Australia envía «un beso y un abrazo» a Ton Gené

El frutero Ton Gené en su establecimiento.

La carta pidiendo a un frutero que no se ponga el lazo amarillo genera una riada de solidaridadCristina Aguilar

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El frutero Ton Gené, quien ayer recibió una enigmática carta de unas supuestas clientes que le pedían que no llevara el lazo amarillo en apoyo a los presos políticos encarcelados, está recibiendo infinidad de muestras de solidaridad, tanto de los clientes habituales como de personas que, al enterarse de la noticia, se están acercando a la tienda para hacer las compras y dedicarle palabras de complicidad. Magda Pallàs, vecina del barrio –la frutería está en la calle Florenci Vives-, le remitió el mensaje que su hija le hizo llegar desde Australia, donde reside.

«Me ha dicho que te de un beso y un abrazo», le dijo a Ton, quien, con una sonrisa permanente, no paraba de comentar con las clientes el contenido de la carta que le enviaron desde Barcelona y dónde se decía, entre otras cosas: «Somos un grupo de vecinas del barrio que siempre compramos en su tienda y nos está bombardeando con su lazo amarillo, cosa que no nos gusta», y que «su negocio es para vender, no para dar a entender sus sentimientos». Ton, comentó al respecto que «esta carta se ve que es prefabricada y mañana la puede recibir la pescadera Pepita o la peluquera Joaneta».

Ton sigue luciendo tres pinzas de tamaño pequeño y color amarillo, a modo de lazo, en su chaqueta, junto con una chapa de los CDR. «Soy el gitanet de la Parte Alta», dijo a esta redacción, mientras comentaba con las clientes que en la carta, enviada desde Barcelona, «no consta el código postal». «Hace 19 años que vendemos fruta en esta calle y la gente nos conoce muy bien», comentó, para remarcar que «no sé quién es que ha enviado la carta, pero no he notado que nadie haya dejado de venir a comprar, más bien el contrario».

Ton es una persona muy vinculada a la sociedad tarraconense. En la tienda predominan imágenes de Sant Magí. «Soy de los pocos que hacen todo el camino andando, desde la Brufaganya». También forma parte del coro de la Coral Sageta de Foc, con unos amigos sale en bicicleta –curiosamente, el equipo lleva un maillot que juega con los colores amarillo y negro–, colabora con la Cofradia del Cristo del Buen Amor, «pongo un anuncio de la frutería en el opúsculo y participo de sus actividades», y afirmó que «mi baile nacional es la rumba».

El frutero de la calle Florenci Vives recibió la carta a las doce y media de ayer, el lunes, escrita en castellano y con una redacción desafortunada, y desde que se supo del envío las muestras de solidaridad no han dejado de llegar. «Me han llamado personas, a título particular, de Castellón, Lleida, Flix y muchas poblaciones, y he recibido pedidos desde la calle Unión y la Vall de l'Arrabassada de gente que no es cliente mía». «Si eres buena persona y trabajadora, en este país cabemos todos», dijo, para subrayar que «no tengo miedo a nada ni a nadie».

Carmen, una de las clientes que hace sus compras en la frutería de Ton de manera habitual, no dudó en decir que el fenómeno de la carta «encuentro que es una tontería y seguiré viniendo a comprar aquí, como hago siempre». Y, Teresa, vecina de la zona, comentó que «cada uno es libre de pensar lo que quiera y no se tienen que enviar anónimos». «Esquila, no te saques el lazo», dijo. Mercè no reside en el barrio, pero ayer sí fue a comprar a la frutería de Ton. «Soy una espontánea. He visto la noticia de la carta, y si a alguien se le hace boicot, yo le apoyo. Siempre que puedo compro productos rotulados en catalán. Debajo de casa tengo una frutería, pero hoy he venido aquí para dar apoyo a esta persona».

Por su parte, Magda apuntó que «todo el mundo, desde el respeto a todas las opiniones, tiene que poder defender su ideología de manera correcta. Esquila es una gran persona, venimos a comprar aquí desde hace muchos años y lo que tenemos que hacer es mantener vivo el barrio y dar apoyo en las tiendas para no quedarnos huérfanos de ellas». Como dijo Esquila, «lo único que se ha conseguido con la carta ha sido generar el efecto Streisand».

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