Diari Més

Un propietario y dos 'okupas', víctimas de estafa en la Rambla Nova de Tarragona

Una inquilina ofrecía el piso del arrendatario a una web de anuncios, donde contactó con los actuales ‘okupas’, que pagaron 1.800 euros para vivir allí

Imagen de la habitación por la cual los okupas pagaron 1.800 euros para vivir durante seis meses.

Un propietario y dos 'okupas', víctimas de estafa en la Rambla Nova de TarragonaCristina Aguilar

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Caso novelesco lo que viven un propietario y dos okupas en un inmueble en plena Rambla Nueva de Tarragona. Los tres son víctimas de una presunta estafa articulada por una cuarta persona, antigua inquilina del piso. El propietario alquiló el apartamento a una mujer que, posteriormente, ofrecía una de las habitaciones a una web de anuncios. Esta mujer contactó con los actuales habitantes del inmueble, que pagaron 1.800 euros para vivir en una de las habitaciones durante seis meses. El arrendatario, que no sabía nada, se encuentra ahora con unos arrendatarios que no conoce y que okupan su piso de manera ilegal. Además, la primera inquilina dejó una deuda de 1.200 euros. El resultado de todo, denuncias cruzadas a la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra, un propietario desesperado y unos okupas accidentales que se sienten estafados.

La historia empieza el mes de julio. Manuel Molina, propietario del inmueble situado justo en medio de la Rambla Nova, contacta con una mujer para alquilar el piso. Ésta, firma un contrato de dos meses, julio y agosto. «Escribió y firmó que aquel piso era única y exclusivamente para ella, y que al 30 de agosto dejaba las llaves y se marchaba», recordaba Molina. Se trata de un piso muy bien ubicado. Tiene cuatro habitaciones, dos lavabos, una cocina, un comedor y una gran terraza exterior. «Lo voy alquilando de manera intermitente. Es un piso que conseguí comprar después de ahorrar mucho, y que hasta ahora me daba unos ingresos extra», declaraba.

La mujer, a pesar de las condiciones del contrato, comunicó a Molina que en el piso entraría una persona más de vez en cuando, un joven que dormía en una habitación. El propietario aceptó de buen grado, y no volvió a tener noticias de la inquilina hasta el 30 de agosto. Aquel día, Molina fue a la Cambra de la Propietat de Tarragona, dónde el abogado y secretario general de la institución, Manuel Sosa, le hizo entrega de las llaves y de un documento que ratificaba que la inquilina dejaba el piso. Horas después, por la noche, el propietario se acercó al inmueble para comprobar que todo estaba en orden.

Manuel Molina abrió la puerta y se encontró con la sorpresa: dos personas, F.J.G y M.A.M, se encontraban en el interior. «¿Quiénes son ustedes?», preguntó Molina. «¿Y quién es usted?», respondieron los nuevos habitantes. «Yo soy el dueño», dijo Molina. «Y nosotros los inquilinos», replicaron desde el interior. Ni unos ni otros entendían nada de lo que estaba pasando. Y, evidentemente, de la primera arrendataria, no había ni rastro. El propietario llamó a la Guardia Urbana y a los Mossos d'Esquadra. Cuando se estaban llevando a F.J.G y M.A.M detenidos, los agentes descubrieron que llevaban más de 48 horas al interior de la casa. Por este motivo, los agentes dejaron libres a los nuevos habitantes del inmueble, que volvieron a entrar al piso, de donde no se han movido todavía.

La historia de F.J.G y M.A.M empieza a mediados de agosto. Después de haber recibido una inyección económica suficiente como para alquilar una habitación durante unos meses, empezaron a buscar un lugar donde vivir. En un portal de anuncios de internet encontraron una habitación por 350 euros mensuales en un inmueble de la Rambla Nova de Tarragona, propiedad de Manuel Molina, quien nunca había colgado en la red esta oferta. Los actuales okupas contactaron con la mujer que había alquilado el piso los meses de julio y agosto. «Le dije que le pagaba seis meses de golpe pero le daba 300 euros mensuales, así me ahorraba 50 euros cada mes. Le pagué 1.800 euros y no me dio ninguna factura ni recibo», explicaba M.A.M. Según aseguraban los nuevos habitantes del piso, la primera inquilina siempre les escondió que el día 30 de agosto se marchaba. Además, ésta vivía con su pareja, hecho que no conocía Molina.

El día 30 de agosto, la presunta estafadora no se encontraba en casa. «Había recogido sus cosas días antes», relataba F.J.G. El único que quedaba en el piso era su pareja, que empezó a recoger también sus pertenencias. «Le pregunté si él también se marchaba, si nos habían engañado. Me dijo que no, que sólo estaba ordenando. Horas después, en casa no quedaba nadie», aseguraba uno de los okupas. Además, antes de marcharse, robaron presuntamente la televisión y la videoconsola del chico que, de vez en cuando, dormía en una de las habitaciones.

Los actuales habitantes del piso aseguran que nunca se habían encontrado con una situación así. «No queremos ser okupas», declaraban, y han prometido al propietario que saldrán del inmueble lo más pronto posible. A Molina, sin embargo, se le está acabando la paciencia. Aseguraba sentirse «indefenso» ante la justicia, y reclamaba una solución inmediata para conseguir que los okupas dejen el piso. La Cambra de la Propietat de Tarragona está haciendo todo lo posible para solucionar el caso, pero tal como decía su secretario general, «los okupas aprovechan la debilidad de la ley y la indefensión del propietario para acceder a las viviendas».

Molina ha prometido a los okupas que, si le entregan las llaves, retirará las denuncias contra ellos. Y estos, esperan el juicio para poder recuperar los 1.800 euros que pagaron a la primera inquilina.

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