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«En la academia Elegant hemos hecho de todo, no se me ha resistido ninguna prenda de ropa»

Maria Pilar Jiménez se jubila después de treinta años al frente de la escuela de costura, donde ha desarrollado el ‘Método Elegant’

La propietaria de la escuela ha desarrollado su propio sistema de aprendizaje, el Método Elegant.

«A la academia Elegant hemos hecho de todo, no se me ha resistido ninguna prenda de ropa»Cristina Aguilar

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—¿Cómo nace la academia Elegant de Tarragona?

—Yo soy de Zaragoza, donde había trabajado siete años como encargada en un taller. Pero conocí un catalán y nos casamos. Él era de Barcelona, pero por trabajo vinimos a Tarragona. Me puse a coser desde casa, y un día conocí a una señora muy importante del Diario de Tarragona. Enseguida se hizo cliente, y poco a poco, sus amistades también. Al cabo de cuatro días tenía dos mujeres trabajando conmigo. La casa me quedó pequeña y decidí montar una academia. Mi marido, que es muy decidido, me dijo que había encontrado un lugar muy especial. Y sí que lo era. Está aquí donde todavía estamos, en la Rambla Nova número 62 de Tarragona.

—¿Qué enseñaba, a la academia, y quien venía?

—Enseñaba patronazgo, corte y confección. Vendían todo tipo de personas, pero siempre mujeres. No como ahora, que ya hay chicos. Antes de abrir me preparé, fui a Barcelona, hice un curso al Instituto Català de la Moda, y otro en Madrid, que cursé a distancia.

—La academia tiene un método de enseñanza propia. ¿En qué consiste?

—El Método Elegant es muy rápido y sencillo, además resulta muy asimilable para la gente que empieza. Yo creo que el éxito de la academia ha sido precisamente el Método Elegant, ya que con él la gente no se aburre. Además, si se toman bien las medidas, los patrones salen perfectos. Y, a diferencia de otros sistemas, hay muy pocas transformaciones. Tengo que decir que para desarrollar el método tuve una gran ayuda de mi marido, Jose Maria Anton, que es profesor de dibujo.

—¿Todo el mundo puede aprender a coser o hay que tener unas dotes específicas?

—Puede coser todo el mundo, desde el más pequeño al mayor. Ahora estamos haciendo un cursillo con el Ayuntamiento, en el marco del Estiu Jove, y tengo una niña de diez años que cose que da gusto de ver.

—Años atrás venían a la academia sobre todo señoras. ¿Quién viene, hoy día?

—Todo tipo de gente. Ahora coser está de moda otra vez, con la crisis y el vintage. A veces vienen personas que me dicen que en otros sitios sólo los enseñan a hacer «cuatro arreglos». Yo enseño desde la base; no digo «ya te lo hago yo». Empezamos con un muestrario, para que aprendan, y cuando acaban son capaces de hacer por ejemplo una falda. Aquí empezamos de cero, no venimos a pasar el rato. También estuve dando clase, durante catoze años, a personas de la ONCE.

—En estos treinta años llevan haber hecho piezas especiales...

—Todas lo son. Yo me atrevo con todo, no se me ha resistido nada. Vestidos de novia, de comunión, de fiesta... Cuando empezaba, a través de mi marido, una monja de las Carmelitas de Tarragona me pidió que le hiciera el hábito. A partir de aquel encargo, los meses de septiembre y enero, cuando bajaba el trabajo, hacía los hábitos de las Carmelitas. Una vez, una fue de viaje a Roma y cuando volvió me explicó que le habían preguntado quién le había hecho aquel hábito tan bien hecho.

—¿Qué delata que una pieza está bien confeccionada?

—Se ve enseguida. En las terminaciones y en el corte. Hay veces que compras una camiseta y al cabo de nada queda como girada. Eso pasa porque la tela no se ha cortado al hilo recto.

—Usted termina pero la academia Elegant no cierra. Eso debe ser una gran satisfacción personal.

—Sí, estoy muy contenta. Ahora seguirá Yolanda Mauricio, que ha estado conmigo durante 22 años. A mí me hará ilusión pasar por la Rambla y seguir viendo a la academia Elegant. Por otra parte, querría agradecer la confianza a mis alumnas y a la sociedad tarraconense durante estos 30 años.

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