Diari Més

¿Mi colonia contamina el mediambient?

La URV ha creado un sistema de detección de contaminantes en el agua en bajas concentraciones

El practicant Sammes Lakade realitza l'anàlisi d'un dels teixits al laboratori de la facultat de Química de la URV.

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Las colonias, las cremas, los jabones, los desodorantes y los fármacos son productos que forman parte del día a día de las personas. Es posible que nunca nadie se haya planteado la posibilidad de que todo eso sea perjudicial. Su uso está generalizado. En más o menos cantidad, todo el mundo utiliza alguno de estos productos diariamente. Forman parte del cuidado de la higiene y la salud. ¿Pero la sociedad tiene conocimiento de los compuestos que forman estos productos? ¿Las personas piensan, cuando se lavan la cabeza, que el jabón que se va por la cañería repercutirá en la vida del planeta? ¿Los humanos saben que una parte del ibuprofeno que han ingerido por la mañana llegará hasta el mar cuando hayan orinado horas más tarde?

Todos aquellos compuestos derivados de este tipo de productos toman el nombre de contaminantes emergentes. Según explica el jefe de departamento de Control y Calidad de las Aguas de la Agencia Catalana del Agua, Antoni Munné, «el concepto de contaminantes emergentes engloba todos los contaminantes que no están regulados para la Directiva del Agua de la Comisión Europea».

A partir de la Directiva 2000/60 / CE del Parlamento Europeo y del Consejo, la Unión Europea creyó oportuno empezar a regular 200 sustancias peligrosas. Algunas se tenían que erradicar por su gran afectación hacia el medio, y otros se tenían que vigilar porque tan sólo se podían aceptar en concentraciones muy pequeñas. No fue hasta el año 2008 que la Unión Europea hizo mayor esta lista con 45 nuevas sustancias, que se actualizaron en el 2013. Pero cuatro años más tarde, en el 2017, los contaminantes emergentes siguen sin aparecer.

«Los contaminantes emergentes son nuevas sustancias, que se están construyendo, nuevos compuestos que aparecen al medio, con un nivel de detección muy bajo,» explica Munné. Según relata, «lo que hace la Directiva es incluir todos estos compuestos en una lista de observación». Europa pide que los países de la Unión hagan un seguimiento de estas sustancias, investiguen, acumulen información y lo envíen a la Directiva. Todo porque según Munné, «hay algunos compuestos que tienen muchos números de acabar en el listado de sustancias peligrosas». Según decía, «Bruselas se comprometió a revisar estas listas cada cuatro años». «Nosotros los enviamos la información y ellos discuten si se tienen que incluir nuevos compuestos al listado de sustancias peligrosas», detalla Munné.

La posible solución de la URV

En la facultad de Química de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona han ideado un sistema «barato, sencillo y eficaz» que detecta contaminantes en el agua en concentraciones mínimas. «Se trata de un algodón impregnado con polímeros, que atraen una serie de compuestos. Cuando se introduce el algodón en el agua, este actúa a modo de esponja y chupa los compuestos». Así resume el sistema la jefa del proyecto, la investigadora del grupo de Cromatografía. Aplicaciones Medioambientales, del departamento de Química Analítica y Orgánica de la URV, Núria Fontanals. Según detalla, «los polímeros tienen propiedades parecidas a los compuestos que se quieren de detectar, de manera que tienen afinidad con ellos y los atraen, como si se tratara de un imán». Además, la destrucción de los tejidos con los compuestos en el interior es muy sencilla: «Se elimina con un disolvente orgánico porque todos los elementos son orgánicos».

La creación de los algodones empezó el año 2014, pero tal como asegura Fontanals, «he pasado casi toda mi vida investigando sobre los contaminantes en las aguas». A partir de un prototipo de la Universidad de Florida –que trabaja conjuntamente con la URV en la investigación y la investigación de los contaminantes emergentes–, Fontanals empezó a investigar con su equipo. «Hemos conseguido pesar concentraciones mínimas gracias a la técnica del preconcentrado, porque reducimos un litro de agua de mar a un mililitro, de manera que los contaminantes se detectan y se estudian con mucha más facilidad», explica.

Aunque Núria Fontanals no se arriesga a poner una fecha para empezar a hacer pruebas fuera del laboratorio y comercializar el producto porque «hay que ser prudentes», no descarta «ir al río Francolí y empezar a hacer pruebas diariamente para ver cómo responden los tejidos». Fontanals recuerda, sin embargo, que «el gran problema es que el número de contaminantes crece muy rápido, y que las empresas que hacen uso de los compuestos que vigilemos, pueden ir cambiando».

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