«Dependiendo del número de liebres que haya cazado, tiene una muerte más rápida, o lenta»

Una decena de galgos y podencs llegaban ayer, casi hasta el césped del Nuevo Estadio. La ONG Galgos112, quería mostrarse a la sociedad tarraconense, y atraer a nuevos adoptantes. Rosa Martín, una de las responsables de la entidad, explica la terrible vida, llena de maltratos, de estos perros nacidos en las regiones del sur del Estado.

—Ustedes denuncian la situación de muchos perros de caza galgos. ¿Cómo es?

—Es terrorífico. Inhumano. No los tienen como perros. Para|Por ellos no son animales, son herramientas de trabajo. Hacia los tres años, cuando un perro ya no es lo bastante rápido, se deshacen, porque ya no lo quieren seguir alimentando. Como una herramienta, que cuando|cuándo no funciona, pues la tendeles...

—Y qué hacen con ellos?

—Dependiendo del número de liebres que haya cazado, tiene una muerte más rápida, o más lenta. Ellos dicen que si ha sido un mal perro cazador, ya que ha costado mucho dinero, se merece una muerte más lenta. En cuanto|Así que les cuelgan de un árbol, dejando que les toquen las dos patas de atrás en el suelo, para que tengan una muerte más lenta. Así el perro se va muriendo lentamente. La expresión coloquial que utilizan para estos casos es: «Le haré tocar el piano», porque el perro intenta salir moviendo las patas. También tienen unas casitas|casetas que se llaman|dicen podriders, donde cierran los perros cojos, hasta que se mueren.

—Este tipo de delitos comportan pena de prisión. ¿En qué atribuye que siga sucediendo?

—Porque todo eso mueve demasiado dinero... La caza es un negocio, y algunos hacen la vista gorda.

—Hablaba del espantoso final de los perros viejos y menos hábiles. ¿Tienen más fortuna los que más han cazado?

—El perro que ha tenido más suerte es aquel en lo que lo abandonan.

—Cómo es el día a día de estos animales, cuando no están cazando?

—Algunos cazadores no les dan mucha comida, sólo pan seco y agua, porque|para que a la hora de cazar, tengan más olfato para coger la toma|presa. Muchos nos llegan sin los dientes, porque se los han arrancado, para que no maten ni rompan la toma|presa cuando lo cojan.

—Pero habrá también muchos cazadores que actúen correctamente.

—Sí, claro está! Y tanto que hay buenos, alguno... Pero yo no conozco ninguno.

—Pero todo eso donde pasa?

—Aquí en el territorio no, ni en Cataluña. Eso pasa en la España más profunda, de Castilla La-Manxa en abajo. Aquí sólo son pérdidas o abandonos.

—Todos los galgos y podencs adoptados y acogidos en Tarragona vienen del sur del Estado?

—Todos! Nos les llevan|traen desde el lugar|sitio donde han sido encontrados, cuando hay alguna familia de la provincia que quiere acoger o adoptar a uno. Aquí los vacunamos, los hacemos analíticas, les ponemos el chip y los esterilizamos o castramos. Ahora mismo tenemos 22 casas de acogimiento temporal en Tarragona. Después, la adopción cuesta 235 euros.

—Se adoptan y acogen muchos en el territorio?

—No... Mira donde estamos para conseguir más inscripciones (señala el Nuevo Estadio). Muchas veces nos llaman diciendo que han encontrado, pero nosotros no los podemos llevar aquí en Tarragona porque no tenemos bastantes familias. No tenemos donde colocarlos. ¡Nosotros el año pasado hicimos 137 adopciones y son 50.000 los galgos que se abandonan cada año a España!

—Cómo ha ido la campaña que hicieron este domingo al Nuevo Estadio, coincidiendo con el Nàstic-Còrdova?

—ha ido muy bien! Estamos muy contentos. Hemos conseguido hacer cuatro solicitudes de adopción. Ahora en unos días iremos a visitar a las cuatro familias a su casa. También hemos vendido muchas mochilas, tazas, y colgantes con figuras de galgos, para recaudar dinero.