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Los turistas que vienen para las procesiones, también aprovechan para conocer Tarragona más a fondo

El Museu del Port ha ofrecido una visita guiada por el barrio del Serrallo, que ha contado con un buen número de visitantes

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Minutos antes de las doce de la mañana de este domingo, un grupo de turistas valencianos ha cruzado el puente de la Concha, rumbo hacia la entrada del museo del Puerto. Allí los esperaba el Jordi, el guía, y una quincena de personas más, de otros puntos del territorio, de Cataluña y del Estado, para empezar una ruta que los llevaría a descubrir el barrio marinero. Son muchos los turistas que estos días pasan por la ciudad, y que aparte de seguir con devoción los pasos y los actos de Semana Santa, buscan complementar su estancia, visitando los restos romanos, o descubriendo otros lugares, como el barrio del Serrallo.

Así pues, el guía del Museo del Puerto, ha emprendido puntual la marcha a las doce en punto de la mañana. Ha llevado a los visitantes a los puntos más emblemáticos del barrio, como la iglesia de Sant Pere, el puente de la Petxina, la Cofradía de Pescadores o la Lonjadel Pescado, y por descontado no ha faltado una caminata por el paseo.

En la ruta también se ha recordado cuándo todo eran barracas

Pero el responsable turístico, tampoco se ha cortado: ha narrado a los visitantes los difíciles años donde todo eran barracas, restos de pescado|pez podrido en medio de las fangosas calles, y muchas enfermedades, como el tifus, porla falta de medidas higiénicas. Después de 60 minutos, que es lo que ha durado el vuelco, los turistas ya se sentían unos auténticos serrallencs.

«Nos ha parecido un barrio muy bonito. Ayer estuvimos descubriendo la Parte Alta, y hoy, queríamos conocer esta zona de la ciudad», explica Matilde Calatayud, quién también ha preguntado por algún local del Serrallo donde se comiera bien. El guía, durante la ruta, ya ha dejado patente que la pesca y la gastronomía van de la mano al barrio marinero: «El restaurante más antiguo que todavía sigue en funcionamiento en el Serrallo, es Cal Brut, que fecha de 1914», indica a Jordi, a la veintena de visitantes. «Los habitantes del Serrallo son diferentes del resto de la gente de Tarragona, incluso en la forma de hablar que tienen. De hecho, hay personas mayores, que todavía ahora, cuando cruza el puente dice: ¡Me voy hacia Tarragona»!, ha remarcado el guía. «Hoy en día es diferente, pero como en un pueblo, aquí en todos se los sigue conociendo con un sobrenombre», ha añadido.

Tributo al hombre que hizo edificar los primeros bloques

El responsable del Museo del Puerto, también ha relatado al presente la gran tarea de Anicet Espinach por el barrio marinero. «La calle donde estamos ahora, lleva|trae el nombre del hombre que construyó la primera calle y los primeros edificios en el barrio. Él poseía buena parte de los terrenos, y decidió acabar con las barracas|chabolas, que en aquel momento era donde|dónde viva la gente del barrio. Hacía casas de tres plantas, y alquilaba cada piso a un precio diferente», ha explicado. Escuchando con detalle, había la familia valenciana, composta para|por abuela, hijas y nietos, a quien ha relatado a 'Diario Más', como habían acabado allí, conociendo el Serrallo: «Hemos venido para ver un poco la Semana Santa de Tarragona, pero también queríamos conocer más cosas de la ciudad. Unos días antes de marcharse de Valencia, consulté la página de turismo y encontré esta visita guiada en este barrio... En todos nos pareció interesante, en cuanto|así que llamé para reservar», explica Concepción Calatayud. «Lo que más me ha gustado de la ciudad es que la Parte Alta está muy bien conservada y en aquellas calles no hay masas coches. En Valencia casi no hay calles de este tipo...», comenta. Con todo, Tarragona no es perfecta: ¡«Encuentro que aquí hay muchas subidas y bajadas! ¡Allí en cambio, es todo plano»!, dice risueña Natalia Feloyosa, acompañada de su abuela Matilde Galiano, y sus primos.

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