Un viacrucis casi a oscuras

Habiendo dejado ya las palmas, los tarraconenses se acercaron, sobre todo a la Rambla, a la segunda procesión del día. Los chiquillos de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Pasión con los timbales y todos los miembros en los lados de la calle, ellos sí, con una palma, recorrieron la Parte Baja hasta volver a la iglesia.

Cuando ya se empezaba a poner el sol empezó el viacrucis de la Real y Venerable Congregación de la Sangre, un acto especial por la ciudad, ya que hace pasar la cruz de Cristo por el interior de la Muralla. Este año sin embargo, la poca iluminación jugó una jugarreta a todo el presente, y obligó en los miembros de la congregación que llevaban|traían la llama encendido a dirigirla hacia tierra y poder indicar el camino a los devotos.

Desde las cofradías destacan que las celebraciones de Semana Santa tienen todavía mucho futuro por anticipado, gracias a la cantidad de jóvenes que participan. Es el ejemplo de Hugo Cobacha, un tarraconense de once años que, desde que tiene memoria, que va a ver las procesiones y desde hace unos años participa activamente. Hugo explicaba que participa en todas las procesiones y que el momento más especial del viacrucis está «cuando tumban a Cristo para que pueda pasar bajo el puente de entrada en el paseo arqueológico».

Aunque la procesión la organiza la Congregación de la Sangre, participaron representantes de muchas otras congregaciones. La Cinta y Maria Esther son de la Hermandad de la iglesia de Sant Joan, pero participaron del Viacrucis: «Nos gusta porque está al aire libre, y es muy bonito ver a Jesús pasar por un lugar|sitio tan emblemático por la ciudad como la muralla». El Cristo de la Congregación de la Sangre pesa más de sesenta kilos, pero eso no hizo atrás a los portadores, que comentaban «que es un gran honor poder llevarlo|traer, ni que sea un rato».

Hoy continúan los actos de Semana Santa, con la Misa Crismal en la Catedral, la Eucaristía en la Ermita de Sant Magí y el segundo Viacrucis de las fiestas.