Diari Més
Èlia Climent Figuerola

De Tarragona a Jyväskylä (Finlandia)

«Puede nevar muchísimo y la gente sigue haciendo su día a día sin inmutarse»

Èlia Climent Figuerola vive en Jyväskyla, una ciudad conocida como la 'Atenas de Finlandia’ por los numerosos centros educativos de que dispone

Èlia Climent, tiene 22 años y está estudiando en Finlandia.

«Puede nevar muchísimo y la gente sigue haciendo su día a día sin inmutarse»Cedida

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—¿Qué razones la hicieron marcharse hacia este país?

—Me marché para estudiar un posgrado en Sostenibilidad Alimenticia.

—¿Tiene previsto volver o se quiere quedar durante más tiempo?

—Tengo previsto volver a finales de junio, en total estaré en Finlandia cinco meses.

—¿Fue sorprendente el cambio o más o menos como se lo esperaba?

—Me esperaba algunas cosas, otras no. El tiempo, por ejemplo, me lo esperaba mucho más frío o al menos más difícil de soportar y los paisajes y el entorno natural no me lo esperaba tan bonito. Esperaba la población finesa más distante y fría de lo que realmente he encontrado.

—¿Qué es lo que más la impactó durante los primeros días?

—Las nuevas tecnologías en la universidad, la adaptación a las temperaturas frías y a la nieve. Por ejemplo, puede nevar muchísimo y la gente sigue haciendo su día a día, su rutina, sin inmutarse.

—¿En qué aspectos fue complicada la adaptación, si es que lo fue?

—Al principio me costó acostumbrarme a comprar toda la comida de golpe en grandes superficies, ya que no hay tiendas pequeñas, panaderías o puestos de mercado. También me cuesta todavía acostumbrarme a los cambios de luz constantes. Cuando llegué había siete horas de luz y, a estas alturas, sólo hay cuatro de noche, y no se hace del todo oscuro.

—¿Qué lugares recomendaría visitar?

—Sobre todo los parques naturales y los lagos. Laponia es imprescindible y las ciudades de Helsinki y Turku.

—¿Cree que es un buen sitio para vivir allí o trabajar?

—Sí, la calidad de vida es muy elevada. Los y las finezas tienen muchos privilegios y confían y valoran positivamente su gobierno. Ahora bien, la vida es más cara y la mentalidad generalmente es más de derechas, conservadora y excluyente los grupos marginales.

—¿Recuerda alguna anécdota que le haya sucedido por el cambio de costumbres culturales?

—Es muy curioso que sean tan fanáticos del heavy metal. Tienen muchas bandas famosas y cambian completamente cuando están de fiesta y van a conciertos, se vuelven sociales y es muy divertido.

—¿Cree que es un buen lugar dónde quedarse a vivir?

—Sí, sobre todo para estudiar.

—¿Qué costumbres se llevaría del país?

—Lo que más me gusta con respecto a las costumbres es la calma de las personas, la tranquilidad y la felicidad que, en general, desprenden, junto con que son muy limpios y respetuosos, tanto con el entorno como las personas.

—¿Qué es lo que más echa de menos de su casa?

—Aparte de la familia y los amigos, la comida; no tanto porque haya productos que aquí no hay –que en general, hay bastante de todo–, sino porque no se puede comprar producto local y de proximidad, casi todo es importado y se tiene que adquirir en grandes superficies.

—¿Qué es lo que más echará de menos cuando vuelva a Cataluña?

—Algunas comidas típicas como el kurvapusti (cinnamon rollo) o rahka (un tipo de yogur proteico); la naturaleza tan próxima y con un cielo tan claro y limpio; y las amistades que he hecho aquí de toda Europa.

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