Diari Més

Pol Xavier Salvadó Pérez: De Tarragona a Christchurch (Nueva Zelanda)

«En Nueva Zelanda todo el mundo se siente orgulloso de sus diferencias culturales»

En el país oceánico hay un ‘cuórum’ muy amplio para mantener las tradiciones y la lengua de los maorís, los pobladores originarios antes de la colonización

Pol Xavier, disfrutando de la naturaleza de Nueva Zelanda.

«En Nueva Zelanda todo el mundo se siente orgulloso de sus diferencias culturales»Cedida

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–¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?

–Empecé los estudios universitarios ahora hace tres años. Después de haber vivido toda la vida en Tarragona, emprendí un viaje hacia Barcelona para estudiar en la Universidad Pompeu Fabra. Allí empecé el grado International Business Economics. El año pasado vi que podía compaginar el grado con otro y que me sentía muy atraído por el mundo de las ciencias políticas y la consultoría política, así que decidí empezar Ciencias Políticas, también en la Pompeu Fabra.

–¿Qué motivos lo llevaron a marcharse a Nueva Zelanda?

–La universidad tiene una gran vocación internacional. Fruto de eso, en mi grado es obligatoria una estancia en el extranjero. Este fue mi motivo principal para ir a vivir un semestre fuera del país. La oportunidad que representa y la gente que puedes llegar a conocer fueron dos motivos fundamentales.

–¿Cuál fue su primera impresión del país?

–Sorprendentemente, a pesar de estar en la otra punta del mundo, el tipo de vida y la forma de convivir es muy parecido, por lo tanto la primera impresión fue de tranquilidad y comodidad. Ayuda mucho después de llegar a un lugar tan lejano poder establecer paralelismos con el lugar de donde vienes.

–¿Fue muy sorprendente el cambio a como se lo había imaginado?

–Exactamente no sabía qué esperar de este país y esta ciudad. Puedes leer cosas en Internet, puedes tener la suerte de encontrar a alguien que haya ido, pero cuesta mucho hacerse una idea de cómo será antes de llegar. Fui sin ninguna idea preestablecida y, simplemente, afronté la situación tal como se presentó.

–¿Cuáles son las principales diferencias entre Christchurch y Tarragona?

–La principal diferencia se ve a la hora de vestir. La población neozelandesa hace de la informalidad un estilo de vida que también aplican a sus armarios. Un neozelandés siempre escogerá vestir con una camiseta y unos pantalones cortos antes que con una camisa y pantalones de vestir, aunque el sitio donde tiene que ir pueda parecer serio inicialmente. Lo que más me sorprendió es que mucha gente va totalmente descalza a la universidad o al supermercado, está totalmente aceptado socialmente. Tengo que admitir que me produjo un shock muy grande. Aspectos como los horarios o los hábitos alimenticios, sus estándares se parecen mucho a los europeos.

–¿Cuáles son los lugares más característicos de su ciudad de acogida?

-Christchurch, como Nueva Zelanda, es un sitio de contrastes claros. Hay barrios marítimos como Sumner o New Brighton que se tienen que visitar si se va a esta ciudad, y que muestran un estilo de vida distendido y tranquilo en la costa. En cambio, el centro de la ciudad, en un día laborable, es muy activo y se ve una gran cantidad de gente que va a trabajar o a aprender algo al final del día.

–¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?

–Con respecto a la manera de trabajar del país, la gente tiende a tomarse las tareas con profesionalidad pero al mismo tiempo con mucha tranquilidad e informalidad. Los trabajadores del país son muy eficientes y, también, muy próximos. Es una forma muy positiva de encarar el trabajo.

–¿Desde que llegó, ha vivido o le ha pasado algo curioso?

–Este semestre ha estado lleno de aventuras, con actividades que no me hubiera planteado nunca hacer antes de venir. Si tuviera que destacar alguna, y haciendo honor a la amplia gama de actividades para los adictos a la adrenalina que se ofrecen en este país, escogería el día que hice parapente con un amigo mío. Si me hubieran dicho que acabaría haciendo esta actividad una vez llegado a Nueva Zelanda, habría reído mucho y hubiera dicho que de ninguna manera.

–¿Qué es lo que más echa de menos de casa?

–Lo primero que te das cuenta de ello cuando estás tan lejos, a casi 20.000 km de distancia de casa, es lo mucho que llegas a notar la falta de la gente que te quiere. Obviamente, sabes que, a pesar de la distancia y la diferencia horaria, siempre puedes contar con la familia y los amigos, pero el hecho de no tenerlos a tu lado te acaba recordando como de importantes son.

–¿Qué costumbre del país actual se llevaría hacia Cataluña?

La aceptación de la diversidad cultural de las minorías del país. Aquí todo el mundo se muestra orgulloso de sus diferencias culturales y hay un esfuerzo social y público para que todo el mundo se sienta incluido. Por ejemplo, con respecto a la cultura maorí, perteneciente a los antiguos indígenas presentes en el país antes de la llegada de los colonizadores europeos, hay uno cuórum muy amplio para cuidar sus tradiciones y su lengua. Saber valorar como riqueza nuestra diversidad es aquello que desearía para Cataluña.

–¿Tiene intención de volver pronto o de momento no?

–Vine a estudiar a Nueva Zelanda durante un semestre, de julio a diciembre, así que el próximo mes volveré a Tarragona una vez finalizado mi acuerdo académico. No me importaría quedarme otro semestre.

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