Diari Més

Isaura Garriga Mora: De Riudoms a Grenoble

«Por el centro de Grenoble no pasan muchos coches, la gente coge transporte público»

La Isaura Garriga, de 25 años, vive en la ciudad francesa de Grenoble desde finales de 2016, donde actualmente está estudiando traducción e interpretación

La riudomenca Isaura Garriga con su pareja, que es de Francia.

«Por el centro de Grenoble no pasan muchos coches, la gente coge transporte público»Cedida

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La riudomenca Isaura Garriga llegó a la ciudad francesa de Grenoble en septiembre del 2016, después de un tiempo sin tener claro hacia dónde encarar su futuro. Estudió un año de Criminología, hizo un grado superior en la escuela de arte y empezó a estudiar inglés, alemán y francés. Finalmente, un amigo le propuso hacer un paso más y que fuera a vivir a Francia para mejorar el idioma, y así lo hizo.

–¿Cuál fue su primera impresión del país?

–Escogí Grenoble porque un amigo me había hablado muy bien. Pero el primer día que estuve fue uno de los peores: mucho calor, en la facultad de lenguas nadie hablaba inglés (que era el idioma que dominaba más) y el piso no era tan «bonito» como el de las fotos. Después de pasar la fase «de adaptación», ya me cambió la forma de ver la ciudad y la experiencia.

–¿Cuáles son las principales diferencias con Cataluña?

–Personalmente, lo que me chocó más fueron los horarios. En Francia comen a las 12-13 horas, y en la universidad tenía la pausa para comer a estas horas. Otra cosa que me sorprendió es que las tiendas cierran a las seis de la tarde. No creo que Francia sea un país diferente de España, culturalmente hablando, aunque hay franceses que son muy cerrados.

–¿Cuáles son los lugares más característicos de Grenoble?

–Es una ciudad que en dos días la has visto toda: la Bastille, el barrio viejo, los parques que tiene y poco más. Pero en los alrededores se esconden lugares muy bonitos: lagos, montañas, bosques, monasterios... Hablando de la comida, si se visita Grenoble, se tiene que probar los ravioles, que es el plato típico, y como bebida alcohólica típica, el Chartreuse.

–¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?

–Creo que Francia es un país organizado. Mucho más que España. Aunque el gobierno no tenga una buena fama entre los franceses, dan muchas más ayudas que aquí. También me sorprendió mucho Grenoble como ciudad eco-friendly. Prácticamente todo está preparado para que puedas ir en bicicleta. En el centro no pasan muchos coches, todo el mundo coge el transporte público o la bici.

–¿Cómo se está viviendo la crisis en Francia?

–No he oído hablar de crisis. Sé que está, pero se sabe esconder bien.

–le ha pasado algo curioso?

–La anécdota me pasó cuando llegué a Tarragona con mi pareja. Fuimos a casa mi abuela a comer y cuando acabamos, ella propuso a mi pareja francesa un licor fuerte que, según ella, es de origen tarraconense. Cuando vio qué botella era, estallamos los dos a reír, ya que era una botella de Chartreuse que, justamente, se fabrica en un monasterio situado en la montaña de la Chartreuse en Grenoble.

–Qué es lo que más echa de menos de casa?

–La familia, los amigos, mis perros y el buen tiempo que hace aquí todo el año, pero también echo de menos hablar catalán durante el día.

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