Diari Més

Raúl Navarro Filgueras: De la Canonja a Nantes

«Si no vuelvo a trabajar en Nantes, lo haré de visita porque es una gran ciudad»

Tiene 28 años y, después de trabajar como camarero y electricista, hizo el curso de Tripulante de Cabina de Pasajeros y fue contratado por Volotea

Raúl Navarro trabaja para la compañía aérea Volotea.

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—-¿Cuánto de tiempo hace que vive en Nantes?

—He estado viviendo en Nantes desde el 19 de abril pasado y hasta octubre.

—¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?

—Empecé a trabajar como camarero a los 17 años. A los 18, me puse a trabajar como electricista hasta los 26, momento en que me quedé sin trabajo y volví a hacer de camarero, pero esta vez en Palma de Mallorca. Decidí sacarme el título de TPC (Tripulante de Cabina de Pasajeros) y, después de tres entrevistas, en abril de este año empecé a trabajar en la compañía Volotea, con base en Nantes.

—¿Qué motivos lo llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?

—Después de sacarme el título de TCP, ya sabes que una de las condiciones para trabajar es la disponibilidad geográfica, aunque, hasta que no entras en una compañía aérea a trabajar, no sabes dónde estará tu base y a dónde te destinarán.

—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?

—Fue muy buena, la verdad. La gente es muy amable y educada. Sobre todo, los compañeros de trabajo, que me ayudaron mucho. No es fácil ir a vivir a un país si no hablas su idioma, y más trabajando de cara al público y teniendo un trato diario con su gente.

—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal como se lo había imaginado?

—Fue sorprendente, pero por el hecho de que me adapté a la ciudad de manera muy rápida.

—¿Cuáles son las principales diferencias entre Nantes y su casa, la Canonja?

—En este trabajo no tienes una rutina diaria. Un día puedo empezar a trabajar a las 5 de la mañana y el día siguiente a las 8 de la tarde. Entonces, las comidas las haces cuando puedes, más o menos, pero si es verdad que los días que no trabajas encuentras que aquí, en Francia, tienen un horario diferente del de España. Quizás a la hora de comer no es muy diferente, ya que suelen comer en torno a las 12 o las 12:30 horas, pero la diferencia es a la hora de la cena. En Francia se ponen a las 19:30 horas o, a las 20, como a muy tarde, ya están cenando. Yo, a esta hora, acabo de merendar. Poco a poco, te acabas acostumbrando. Si quieres salir a cenar fuera, te tienes que adaptar. En caso contrario, te arriesgas a encontrarlo todo cerrado.

—¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida, de Nantes?

—Los jardines y parques son preciosos, el castillo de los Duques de Bretaña y los machines de l’île, un proyecto artístico del todo inédito.

—¿Qué es lo que más echa de menos de casa?

—La familia y los amigos, sobre todo, aunque en Nantes he hecho muchos amigos. En mi caso, también la playa, que aunque está a 45 minutos del centro de Nantes, cuando vives en Tarragona la tienes al lado de casa. La echo de menos.

—¿Tiene intención de volver pronto o, de momento, no?

—A casa siempre quiero volver. En Nantes, lo haré en diciembre para trabajar. Hasta ahora, ha sido una gran experiencia. Si no tengo que volver por motivos laborales, no tengo ninguna duda que iré de visita.

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