Diari Més

«Me llevaría hacia Cataluña el carácter servicial de los portugueses»

Leyre Rovirosa vive, desde hace un mes, en Leiria, dónde estudia el último curso del grado de Educación primaria

La tarragonina, al costat del riu Liz, un dels indrets més encantadors de la ciutat.

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La tarraconense Leyre Rovirosa, de 26 años, decidió marcharse de su ciudad hace aproximadamente un mes para descubrir mundo, según explica. Actualmente, se encuentra en Leiria, en Portugal, viviendo la experiencia de Esrasmus con dos compañeras de la carrera. Estudia el último curso del grado de Educación primaria. Rovirosa ha nacido para enseñar.

—¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?

— He estudiado el grado de Trabajo Social y, después, decidí empezar la aventura de Educación primaria. He trabajado de monitora en varios lugares y siempre he formado parte activa del asociacionismo de mi ciudad.

—¿Qué motivos la llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?

—Quería vivir la experiencia Erasmus, conocer mundo y aprender otro idioma y cultura. Además, quería poner a prueba mi autonomía personal. Y el resultado ha sido buenísimo.

—¿Cuál fue la primera impresión del país al llegar allí?

—Llegamos las tres amigas con ocho maletas. Nos ayudaron a llevarlas hasta nuestro destino. Los portugueses son gente muy agradable y servicial. Fue mi primera impresión y, día tras día, se va confirmando.

—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal como se lo había imaginado?

—Cómo me había imaginado. Ya había estado en Portugal, visitando a una amiga mía.

—¿Cuáles son las principales diferencias entre Leiria y Tarragona?

—La mayoría de pisos de aquí no cuentan con calefacción y el alcantarillado está en mal estado. Es alucinante que estemos tan cerca y la manera de vivir sea tan diferente. Por otra parte, el portugués es muy fácil, soy capaz de entenderlo todo. Ahora me he apuntado a clases.

—¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?

—El Castillo de Leiria es muy bonito. Tiene vistas en toda la ciudad. Se ha reformado muy poca cosa, lo cual hace que se mantenga el encanto y la esencia portuguesa. El río Liz y el paseo que lo rodea también se tiene que visitar. Por último, la plaza mayor del pueblo está llena de bares y pubs que aportan buen ambiente. La plaza está presidida por un mosaico espectacular.

—¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?

—Las tiendas cierran a las siete de la tarde y empiezan muy temprano a trabajar. Un hecho curioso es que todavía no he visto a la policía, pero, por otra parte, tienes la sensación de mucha seguridad. Los balcones están abiertos y todo el mundo está dispuesto a ayudarte.

—¿Desde que llegó ha vivido o le ha pasado algo curioso?

—Un día se marchó la luz de casa y sólo teníamos puesta en marcha la plancha para alisarnos el cabello y el horno. Entonces descubrimos que la potencia de luz es mínima. Si alguien se está secando el cabello, no podemos utilizar ningún aparato más eléctrico porque saltan los plomos. También es curioso que, ahora, vuelvo a fumar en el interior de los bares.

—¿Qué es lo que más echa de menos de casa?

—Mi familia, sobre todo mi hermano. De todos modos, me siento muy a gusto aquí.

—¿Qué costumbre del país actual se llevaría hacia Cataluña?

—Me llevaría este carácter tan servicial de los portugueses.

—¿Tiene intención de volver pronto o de momento no?

—En junio volveré, pero me costará.

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