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«Podemos estar en el Hotel Gaudí de Reus hasta el día 30, pero nadie nos quiere alquilar un piso»

Una pareja continúa en el hotel después de marcharse de casa por el incendio de Vidal i Barraquer

Imatge de la setmana passada de l'estat de l'interior del número 47 de l'avinguda Vidal i Barraquer.

«Podemos estar en el Hotel Gaudí de Reus hasta el día 30, pero nadie nos quiere alquilar un piso»Sergi Peralta Moreno

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La vida de Victòria Gigante y su pareja, Luis, se ha convertido en una sucesión de carreras contrarreloj. Desde que el incendio que afectó al número 47 de la avenida de Vidal i Barraquer les obligó a huir de casa, se alojan en el Hotel Gaudí.

Si bien la mayoría de los vecinos de bloque volvieron a sus camas la semana pasada, los equipos técnicos de servicios sociales determinaron que ellos dos cumplían los requisitos para optar a la solución residencial y que, por lo tanto, podían dormir quince días más en el Raval de Robuster. El 30 de marzo es la nueva fecha límite para dejar la habitación. Y ya no pueden volver al antiguo domicilio.

«Estamos buscando piso, pero no encontramos a nadie que nos quiera alquilar uno», lamenta Gigante. Detalla que, en todas las puertas de agencias inmobiliarias donde han picado, se les ha pedido contratar un seguro de impago, que da protección jurídica al propietario en caso de no percibir las mensualidades correspondientes.

Para solicitarla, sin embargo, el arrendatario tiene que tener un trabajo estable, con una antigüedad mínima de un año, pero ni Gigante ni Luis tienen un contacto fijo. Tampoco disponen de un coche particular, de manera que sus opciones se limitan a la capital del Baix Camp.

«Ahora tenemos que buscar de particular en particular», señala Gigante, que añade que han propuesto avanzar cinco meses de depósito en compensación para no contratar el seguro de impago. Asimismo, se les ha comunicado que «no hay» disponibles pisos de protección oficial, aseguran.

A pesar de estar atravesando un momento «crítico», la afectada detalla que no se considera «una situación de emergencia» porque la pareja tiene ingresos, provenientes de subsidios y un trabajo a media jornada, y, en consecuencia, se han quedado en tierra de nadie.

«Si trabajas, mal; si no trabajas, también», se lamenta Gigante. «Yo ya no me hago ilusiones. Servicios sociales y el hotel ya no pueden hacer más, es normal. Estamos desesperados», se resigna. Por su parte, fuentes municipales afirman que, desde servicios sociales, «se hace el seguimiento habitual, como cualquier otro usuario».

La situación de Luis, que resultó herido crítico por el fuego, hizo que rechazaran trasladarse en las semanas previas a la Fonda Suïssa o al albergue municipal, porque no se ajustaban a sus necesidades. Por ejemplo, es incapaz de subir escaleras.

«Quizás nos tocará tirar a cada uno por un lado. Yo puedo ir a casa de mi madre, pero hay escaleras, el ascensor está en obras, y él no podría venir», expresa Gigante. «Sentimos mucha tristeza, sobre todo, porque no ha sido una cosa que hayamos provocado. Nadie la quería, pero los que salimos perjudicados hemos sido nosotros», concluye.

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