El Club Petanca Reus reclama que se construya su sede social

«Todo continúa igual, las obras están sin empezar y nosotros cada vez pasamos más frío». Con estas palabras, el presidente del Club Petanca Reus, Josep Caballé, define la situación que están atravesando los miembros de la entidad. Desde que se trasladaron a su nueva casa, en el Mas Carandell, una zona soportal de hormigón, con sillas y mesas de plástico, sirve de lugar de reunión para los jugadores, a la espera de que se construya el local social.

Los torneos se llevan a cabo en pistas de arena y, con el movimiento, los participantes entran en calor. El problema recae cuando toca esperar el turno del contrincante. «Cuando hacía buen tiempo, se agradecía estar al aire libre. Ahora, entre el frío y la humedad, no se puede aguantar», afirma Caballé.

El presidente del Club Petanca Reus también señala la falta de iluminación como uno de los quebraderos de cabeza que denuncian a los socios. Considera que los focos que hay en la actualidad son insuficientes y, además, provocan que los jugadores se hagan sombra. «Cuando oscurece, mucha gente se queja de que ve muy mal. Si no ves las irregularidades del terreno por culpa de las sombras, estás jugando rezando para que la bola te bote bien y vaya en la buena dirección. Eso no es jugar a petanca», remacha.

El problema se agrava los sábados por la tarde, cuando las melés se alargan hasta las 21 horas. No son sólo entrenamientos ni partidas amistosas, sino que es el día de la semana en que se organizan torneos con premios como jamones o lotes de Navidad. «Ya no estás jugando para pasar el rato. Estás jugando para competir y ganar», señala Caballé, quien añade que el Ayuntamiento les prometió que las obras concluirían antes de acabar el año. Con todo, asegura que no ha visto movimiento de operarios desde mayo, aunque se redujo el presupuesto de licitación del proyecto aprobado en diciembre del 2021. «Creo que ahora no es un tema económico, sino de actitud», asevera.

Según comenta el presidente del Club Petanca Reus, los sentimientos que reinan entre los jugadores son la decepción y la rabia por las promesas incumplidas. «La gente está muy quemada. Quizás tocará ir un día 40 o 50 personas anteel Ayuntamiento, cuando haya pleno, y hacer jarana. Intento no tener que llegar a estos límites y calmar los ánimos, pero los compañeros me preguntan y yo no sé qué responder. Tienen razón. Lo estamos pasando mal», explica Caballé. Personalmente, comenta que se siente un tanto «desanimado» que no sabe si seguir luchando «o esperar que se solucione por sisolo».