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Urbanismo

Los vecinos piden que se arreglen las aceras de la plaza de Celdoni de Reus

La portavoz del barrio Immaculada explica que la distancia entre acera y calzada provoca caídas

Imagen de la plaza de Celdoni, donde está el antiguo Mas Anglès.

Los vecinos piden que se arreglen las aceras de la plaza de Celdoni de ReusGerard Martí

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La asociación de vecinos (AVDA) del barrio Immaculada hace tiempo que tiene un mismo caballo de batalla y todavía no ha conseguido encontrarle una solución. Los adoquines que rodean los alcorques de los árboles que dan sombra al contorno de la plaza de Celdoni Vilà i Torroja, donde está el antiguo Mas Anglès, que actualmente acoge la sede de la AVDA, están levantadas y sueltas. Eso ha provocado que la distancia entre acera y carretera sea superior a la habitual y, además, que sea una estructura inestable cuando se pisa, por ejemplo, al salir del coche, ya que hay una zona de estacionamiento adyacente. «Hay gente que se ha caído», detalla a la portavoz de la comunidad de Immaculada, Esperanza Torrijos.

Torrijos señala que es probable que el mal estado de los adoquines sea una consecuencia del crecimiento de los mismos árboles, pero, para evitar que el problema vaya a más, pide que se ponga remedio al asunto lo antes posible. «Se ha pedido veces varias que arreglen eso, pero seguimos esperando», lamenta.

Roser es vecina del barrio y ha experimentado de primera mano las dificultades que supone subir a la acera en esta área. «Un día estaba paseando el perro y él estiró la correa para ir por el medio de la carretera. Como no había coches aparcados ni se veían cerca, lo seguí y, cuando intentamos subir a la plaza, no pude levantar lo suficiente la pierna, el perro continuó adelante y yo me caí atrás. Por suerte, no me rompí nada, pero ya no saco nunca el perro sola».

La residente también comenta que en otra ocasión tropezó con los adoquines levantados a la hora de intentar subir a un coche que estaba aparcado en la calzada de la plaza. «Mi nieta me cogió por el brazo, pero me cayó el zapato», rememora. Desde entonces, intenta sentarse siempre en el lado del copiloto para evitar tener que bajar por aquella acera.

¿«Ya he vivido dos accidentes y gracias a Dios no me ha pasado nada, pero cuánto tardará a hacerse alguien dañode verdad? ¿Qué tiene que pasar para que lo arreglen de una vez»?, se pregunta Roser.

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