Diari Més
Joel Santamaría

Autor de 'Nocturnalia' (Espasa Ed.)

«La magia negra en época romana está muy estudiada, pero es poco conocida»

El escritor reusense ha escrito un thriller histórico y fantástico ambientado en la ciudad romana de Tàrraco en el siglo III d.C.

El reusense Joel Santamaría en una imagen hecha al Foro de la Colonia de Tarragona.

«La magia negra en época romana está muy estudiada, pero es poco conocida»Gerard Martí

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—En 'Nocturnalia' combina la recreación histórica con un misterio protagonizado por muertos vivientes. ¿Cómo se le ocurre esta combinación?

—Pensé que era un tema poco explorado. La magia negra y la brujería en la Antigua Roma están muy estudiadas, pero son poco conocidas por el gran público. Los romanos pensaban que las brujas y los brujos podían resucitar a los muertos. Y estas creencias en las divinidades infernales y la brujería no cambiaron hasta casi la edad media. Hay obras literarias, escritas por autores romanos hace 2.000 años, que hablan de magia en la Antigua Roma.

—En el que consistían estas creencias?

—Estaban, por una parte, la tríada capitolina, formada por Júpiter, Minerva y Juno. Y de la otra, la tríada infernal, con Proserpina, Plutón y Hècate. Se practicaba la nigromancia y la magia negra, era un culto subterráneo destinado a conseguir amores imposibles, encontrar tesoros escondidos, maldecir personas o incluso resucitar muertos. Pero este culto estaba prohibido y se castigaba con la hoguera.

—Su historia transcurre por la Tàrraco de la Part Alta, pero también la de fuera murallas, a menudo menos conocida. ¿Cómo era aquella parte de la ciudad?

—La parte de fuera murallas eran principalmente el puerto y los barrios que habían crecido de cara a la necrópolis y al río Tulcis, actual Francolí. Habían sido barrios prósperos, pero en el siglo III fueron las invasiones bárbaras. Alemanes y visigodos asediaron Tàrraco sin llegar a entrar, pero saqueando los barrios de fuera. Por lo tanto, en mi novela estos barrios están en ruinas, aunque dentro del recinto amurallado la vida transcurre con normalidad.

—En su novela también hay episodios de recreación histórica.

—Sí, hay escenas en el Anfiteatro, en el Templo de Augusto, en la basílica del Foro... Me he documentado sobre todo leyendo literatura latina de la época. A más de la Historia Augusta, he leído obras literarias como laEneida de Virgilio, Las Metamorfosis i Ars Amandi de Ovidi o El asno de oro de Apuleyo. enla literatura romana de los siglos II y III se explican cosas como la manera cómo se saludaban, cómo hablaban o qué cosas les preocupaban.

—También leemos escenas que no se parecen a lo que habíamos visto en las películas.

—Los juegos en el Anfiteatro, por ejemplo, no eran como al cine. No sonaban trompetas, sino órganos. Actuaban personas que representaban los dioses y salían a cantar. Y el público no lo contemplaba con un silencio respetuoso, sino que chillaba, tiraba comida, y celebraban las ejecuciones borrachos perdidos.

—En varios aspectos parece establecer paralelismos entre la decadencia del Imperio romano del siglo III y la del mundo occidental actual.

—No es que sea la misma situación, pero hay algunos rasgos coincidentes. Por ejemplo, una pandemia. En la novela se habla de la peste cipriana, que mató a mucha gente y provocó la ruina económica. O el cambio climático exacerbado, con inviernos muy duros y veranos con sequía; la desaparición de la clase media o la inestabilidad política: en aquella época los emperadores se habían ido sucediendo de manera vertiginosa. Además, hay un progresivo abandono del culto oficial romano.

—No se ha podido privar y Reus también aparece.

—Sí, es como un chiste. Se nos ocurrió con mi hermano, que me dijo que podría hacer que Reus saliera como un templo fenicio abandonado. Pensé que sería un buen lugar para situar la guarida| del brujo. De todos modos, es verosímil, porque la principal batalla final entre cartagineses y romanos en la península Ibérica sucedió más o menos en el lugar donde ahora está Reus, en una llanura frente aTàrraco. Además, los cartagineses solían elevar santuarios a la diosa Tanit, a la cual sacrificaban niños antes de la batalla, así que, por todo ello, me pareció buena idea.

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