El Rey Carnaval muere, esta vez, «víctima de una almeja en mal estado»

Al grito de «reusenses, el rey ha muerto. ¡Viva el rey»! la ciudadanía congregada ayer en la Mercadal tomó conciencia, un año más, del traspaso de su monarca. La causa de la defunción la reveló el primer notario de la familia real durante la lectura del testamento: «El Rey Carnaval LX ha sido víctima de una almeja en mal estado».

Mientras sus despojos ya quemaban justo en medio de la plaza, las últimas voluntades del rey dejaron el agradecimiento por el pregón «lo bastante correcto y sin grandes pretensiones» con que Reus lo había recibido a su llegada, el jueves, a pesar de despedirse ahora «con las gónadas bien llenas, ya que me las habéis saturado de mal humor». Como buen mandatario, el Rey Carnaval LX dio algunos consejos a los «ganchillos, ganxetes y aquellos especímenes que se hacen decir reusenses de toda la vida». El más importante de ellos, «demuestra como sueldo los de Reus. Reflejaos en la Casa Navàs, que se repone con cuatro piedras que tenía en la masía».

El Hospital y el Carrilet

El monarca criticó el paso del Hospital Sant Joan al CatSalut y el futuro cierre del Mercado del Carrilet. E hizo un muy esmerado balance del 26-M. «Pellicer, lo tendréis eternamente. Pero desde la Diputación ya le está haciendo la cama la vicealcaldesa», dijo. En la cuestión que centra su reinado, la del Carnaval, el Rey Carnaval LX, lamentó que «el desfile se ha transformado en uno botelló de invierno» y que el público lo ha abandonado. Y criticó que «por un pijama de los xinos, la juventud paga mucho dinero». Aunque «me retiro con muy buen sabor de boca por todo aquello que me habéis servido», el rey tampoco quedó del todo conforme con la Expo-Profit y sus 24 creaciones culinarias, y dijo que «más de un grupo se ha pasado por el forro el curso de manipulador de alimentos». «Haced la fiesta con dignidad, que por Carnaval no todo se vale», pidió, antes de insistir en que «los pocos días de fiesta, pronto serán menos». El Rey Carnaval LX también quiso recordar en su testamento al exconcejal Joaquim Sorio.

Entre llantos y lamentos, antes de que el monarca se consumiera, los Diables fueron a la plaza para garantizar, al menos, un día más de fiesta con el robo del brazo incorrupto, que quemará hoy.