El Barrio de Carme de Reus se organizará para patrullar el barrio «con mangos de madera»

El incendio, el lunes, de un edificio ilegalmente ocupado y en estado muy precario en el número 7 de la calle Alt del Carme ha agotado la paciencia del vecindario del barrio, que ayer anunció de manera pública la intención de «salir a patrullar por las calles con mangos de picos madera» para poner punto y final a «la inseguridad, los robos y los ocupaciones» que sufre la zona «cada día».

La Asociación de Vecinos L'Harmonia del Carme, que esperaba «ya desde antes de las elecciones municipales» para «poder reunirnos con el gobierno y hablar sobre el plan de obras y sobre la presencia a pie de la Guardia Urbana», avisa ahora que «si el encuentro no se hace durante este mismo noviembre, nos organizaremos por nuestra cuenta y las patrullas empezarán a principios del mes próximo».

El presidente de la entidad, Josep Machado, apuntaba ayer que «hay unas 30 o 40 personas» dispuestas a recorrer el Carme, por turnos, para «acabar con esta situación que no se aguanta más» y lamentaba que «eso no es trabajo nuestro, nosotros no somos policías, pero es que la policía no lo está haciendo. Si pasa algo, los responsables serán ellos».

A su vez, fuentes municipales se limitaban a precisar que «el patrullaje lo tiene que hacer la policía» y que, operando con este sistema, «los ciudadanos pueden acabar generando un problema de seguridad más grave que la que quieren solucionar». «La Guàrdia Urbana trata igual todos los barrios y lo hace siguiendo criterios técnicos y el índice de seguridad», añadían, y recordaban que desde hace poco se aplica una nueva política de proximidad.

La situación urbanística

L'Harmonia del Carme localiza el origen de los problemas del barrio en «la degradación urbanística» de una zona donde «hay 115 casas vacías, deshabitadas y cerradas en 47 calles, con una población ede 5.000 habitantes».

La proliferación de viviendas donde no vive nadie y que se encuentran en condiciones precarias genera, tal como lo entienden los vecinos, un efecto grita sobre «las mafias de ocupaciones», a las cuales atribuyen «robos en pisos y comercios, incendios y amenazas que sufren los habitantes del barrio».

Machado centra parte de las críticas en la falta de ejecución «del plan de obras de reforma del Carme, que fue el primero de Cataluña el año 2004, y que se tenía que realizar en un periodo de entre ocho y 10 años y con una inversión de más de 100 millones de euros». «Nunca hemos vuelto a saber nada», explica, y se queja de que «la degradación y el estado de ruina avanzan progresivamente ante la inacción de la administración local».

La entidad vecinal quiere que se desafecten 25 viviendas vinculadas al plan de obras, que «tendría que haber acabado hace 15 años y del cual no se ha hecho casi nada», que se active el proyecto de Closa de Freixa y se obre el paso por la calle Sant Jaume.

Precisamente en marzo, un mes antes del 26-M, el gobierno local anunció la creación de una mesa de trabajo, integrada por representantes municipales y de los vecinos, para hacer un seguimiento de las obras previstas al Carme. Siete meses, después, «todavía no ha habido ninguna reunión y no tenemos fecha». «Lo hemos pedido mil veces al alcalde, a Carles Pellicer, pero siempre nos dice que más adelante», detallaba ayer Machado.

Más presencia policial

Todo ha generado un clima de «inseguridad» en el barrio que hace que «sea complicado vivir allí», decía el presidente del AVV, y apuntaba ayer que «hemos reclamado por activa y por pasiva al Ayuntamiento que nos traiga patrullas policiales a pie. Nosotros no tenemos nada ni contra la Guardia Urbana ni contra Mossos, porque siempre que hay un problema llamamos y vienen. Pero les faltan efectivos. Y eso tiene responsables».

«Si no hay bastantes agentes, que los pongan,» añadía Machado, que explicaba que «últimamente estamos teniendo muchos robos en comercios y los tenderos desisten de denunciar porque tienen miedo o porque piensan que no servirá por nada. Los ladrones se les enfrentan y los amenazan, y eso no puede ser». «Hay personas en el barrio que se están medicando por esta situación, padres que acompañan a sus hijos a todas partes porque les puede pasar alguna cosa. No es normal», concluía.