Diari Més

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Os adelanto que hoy tendremos a Rajoy en este artículo, pero todavía no ha llegado. Mientras esperáis, os hablaré de mí, mucho más interesante, ¡dónde va a parar! Soy un hombre sin hobbies. Es raro, ya lo sé. No me gusta el fútbol, ni el deporte en general, ni voy al gimnasio, me duermo leyendo y no encuentro nada en Netflix. Los que me conocéis sabéis que soy el de la foto del «antes» de las dietas milagrosas. Por eso, todo el mundo me dice «Moi, tienes que andar». ¿Caminar para ir a dónde? Porque, claro, con esto que todo se hace por internet ya no hace falta que vayas a ninguna parte. «Puede hacerlo online» te dicen en todas partes. Que yo pienso que este tipo -el online- trabaja más horas de las que estipula el Estatuto de los Trabajadores. Algún día he salido a andar, con la mascarilla, para que nadie me reconozca. Y, os digo la verdad, cuando llevo medio kilómetro vuelvo a casa porque tengo la desgracia de moverme con el mismo estilo que Rajoy, ese trote cochinero, que parece tener prisa por encontrar un lavabo.

Ya, ya sé que me he ido de un tema a otro, como Gerard Piqué, pero con estos días de calor voy más confundido que el abogado andorrano de Rajoy. ¿Qué le dirá ese letrado a la magistrada? «Señoría, M. sólo vino a comprar unas zapatillas para andar». Y la juez preguntará: «¿Andar para ir a dónde?». Y el letrado recitará a Antonio Machado: «Y al volver la vista atrás se viene la senda que nunca hay que volver a pisar», como diciendo que no le verá un pelo al de la barba más prodigiosa de Santiago de Compostela. Sí que es verdad que el santo del Botafumeiro debió de bautizarle al estilo de San Juan Bautista, de cuerpo entero, dentro del río Sar. Hay una crónica en el Evangelio de San Marcos que lo relata: «Al salir del agua, vio que el cielo se abría y una voz le decía «sé fuerte Mariano».

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