Diari Més

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Antes de entrar a una fiesta que hacían en la quinta planta de la URV, titulada «Examen de Derecho Administrativo», he mirado hacia el horizonte. Han sido muy amables invitándome. He echado de menos un poco de alcohol, aunque han destinado «recursos». He recordado que en ese lugar había una garita de vigilancia militar y una servidora hizo la mili cuando, en vez del Pegasus, se hablaba del Naranjito 82. El único entretenimiento que tiene un soldado de 19 años que lleva un casco de hierro en la cabeza (estilo Manel Alias o el hijo pequeño del general Patton) y está encerrado en un espacio de un metro cuadrado, es observar las ventanas de los edificios vecinos. Ayer, mirando desde la universidad hacia la misma ventana del mismo edificio de Marqués de Montoliu, he rememorado aquellas noches de maqui acompañado de un fusil y una capa. He pensado que aquellos jóvenes que se emperifollaban para salir un sábado, ahora son abuelos. Los bajos de aquel blog ahora son una pizzería, sin embargo, no me extrañaría que hubiera sido la sede de UCD, la oficina de defensa del catalán de Toni Cantó o un «club» con un cartel del PSOE. Es que el país ha cambiado mucho en el «cuatrimestre» que ha pasado desde que el amigo del emérito tiró la cuchara. He mirado a mi alrededor y el pasillo estaba lleno de jóvenes, como en los ochenta, esperando entrar en el examen. Cuando sean abogados o jueces de éxito, quizás vengan a dar una charla en la URV, mirarán por la ventana y recordarán a ese viejo independentista con barba con quien estudiaban y que hacía un artículo en el Diari Més. Entonces he mirado hacia el patio. En ese mismo lugar donde recuerdo haber saludado al Ministro de Defensa, un tal Rodríguez Sahagún, ahora está Maria JoséFigueres, la rectora. Magnífica. El profesor, el abogado Francesc Artero, me ha visto distraído. Y es que estaba pensando en la garita y la vida.

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