Diari Més

Creado:

Actualizado:

Se acaba el año y he quedado para comer con mi compañero Mario, con el fotógrafo Àngel Catena y el escritor Ferran Gerhard. Tengo un interés no periodístico en saber cómo es el mundo en el que están ahora. Siempre pienso en cómo será el cielo que miraba Ángel desde su casa de Cervelló, como si buscara sus homónimos mirando por ese telescopio. En el fondo era uno más de sus queridos «objetivos», que le acompañaba por las noches con Pat Metheny.

A mi compañero Mario le preguntaría si el cielo es como esa Extremadura que él alababa. Una noche anduvimos por Vidal y Barraquer sin coches y, aunque era medianoche, tampoco había carrozas. Hablábamos del futuro. Yo dije que probablemente, por cómo me cuido y pora ser mayor, dejaría este espectáculo de luces oscuras antes que él. Pero no, no ha sido así. Mario, el artista de Mario, ahora seguramente estará leyendo alguna novela en el cielo y, de vez en cuando, hojeará revistas de coches. No los necesita porque puede estar donde quiera, incluso leyendo esto. Por si acaso: Mario, te echamos de menos, chato.

Ferran, ¡Ay, Ferran! yo creo que tú no eres un hombre que estaría cómodo en el cielo. Tú serás más feliz junto a los grandes genios pecadores. En el cielo no hay grafitis, ni noche, ni cerveza, ni lavabos. Te encontré ayer, caminando con ese abrigo largo, el sombrero, y esa libreta inseparable. Te he gritado: «¡Ferraaan!». Me ha mirado en silencio, sin dejar de andar por Rovira y Virgili. «¡Ferraaan!». Ha bajado hasta el Boada y ha atravesado la puerta cerrada, pero antes se ha girado, me ha guiñado un ojo y ha desaparecido en una nube de Marlboro. Este último artículo del 2021 lo quiero dedicar a los amigos que no están, pero que, si les recordamos, no se irán nunca. Y yo, terco, me esforzaré para que vuelvan aquí para tomar una caña con mi recuerdo. A ellos.

tracking