Diari Més

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Durante unos meses fui un día a la semana a Caldea, aquel gran balneario de Andorra. La diferencia es que yo iba a trabajar y vosotros remojábais la merienda mirando la nieve a través de los cristales. Una vez a la semana aparecía el Santi Millán, y algunos días el Xavier Graset y Pati Molné, los presentadores de un programa coproducido entre TV3 y la Televisión de Andorra. Con Jordi Gil, encargado de la producción, llegaba la maquilladora que, como si fuera Doménikos Theotokópoulos, pintaba una cara -la mía- que había dormido poco. Subir a Andorra no era precisamente ir a desayunar a Bonavista y aquella guagua que conectaba Sants y el país «petit» que no es del Llach, tardaba varias horas de curvas. No sé si el chofer era el mismo que ponía las calles, porque el jodido autocar salía a las seis de la mañana. Parecía que, en vez de un transporte de personas, fuera el camión que lleva las cremas maquilladoras de la L'Oreal, porque iba cargado de ojeras. Del tema café y curvas ya hablaré otro día.

Os cuento toda esta experiencia porque he visto un titular que me ha hecho reír tanto como la nómina de cuando trabajaba allí. Ha habido una pelea en Caldea. Y vosotros diréis: hombre, en un lugar con tanta gente venida de todos los rincones del mundo, es normal que, de vez en cuando, se cuele algún delincuente para robar los vestuarios. Aquí quería llegar, porque en esta ocasión el delincuente no ha robado nada, más bien ha soltado algo. Os pongo el titular: «Un pedo ha sido la causa de la pelea de Caldea que ha acabado con detenidos». Ya podéis «oleros» como ha pasado la cosa: se ve que la «madre superiora de la Congregación había subido a traspasar dos misales» pero la han descubierto y el «reverendo Padre» de la Banca Reig se ha cagado. Entonces, han llegado las hostias sin consagrar.

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