Diari Més

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Llevo unos días despistado. Vivo entre un barrio de Londres y el dormitorio de Pocholo, porque estamos de reformas en casa y hay tanto polvo que no reconozco ni a mi mujer. De hecho, he intentado ligar con ella, y hace 20 años que nos conocemos.

Con unas gafas de piscina he visto un titular en el ordenador. «Un grupo de estudiantes ha sido secuestrado». ¡Ostras!, ya están los de Boko Haram volviendo a actuar contra los niños! Pero después de buscar por todas las agencias he visto que el último secuestro de niños es del día 21, así que no podía ser. Entonces he bajado a una terraza de mi barrio con un amigo y me ha dicho «¿Has visto eso los niñatos de Mallorca?». «¿Eso va del secuestro?" Me ha dicho que sí. Entonces le he preguntado por qué les dice niñatos, pobres chavales. Y me ha contestado: «No, no lo digo por los estudiantes, los niñatos son sus padres». ¡Ah, caray! Entonces me ha explicado que se habían detectado positivos de Covid y las autoridades sanitarias habían decidido que los niños no salieran del hotel de cuatro estrellas donde estaban alojados. Pero los padres habían calificado la cuarentena de secuestro. En la mesa de al lado, una señora ha decidido meter baza en nuestra conversación. «¿Oiga, y usted no sabe que retener a una persona es un delito?». Mi amigo Fernando, que tiene como profesión hiperventilado, contestó: «Usted sabe que les suben alcohol en las habitaciones para que hagan botellón?» La mujer contestó: «¿Ah, que si estás borracho ya no tienes derechos fundamentales?" Entonces hemos oído unos gritos y hemos visto que llegaban Mossos y un señor con un traje negro. Se ve que una señora, que se había quedado encerrada en el lavabo, había pedido un habeas corpus.

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