Diari Més

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Corría el año 22 aM (antes de Messi) cuando Endesa habló con el emperador Augusto para poner una torre de alta tensión en el paseo de los Caballos Muertos. Era la vía que comunicaba el Campo de Marte con el edificio de la Diputación y hacía referencia a los caballos que habían perdido la vida al chocar con un pilón de cemento romano cuando se cruzaban en el estrecho camino. Un ingeniero dijo al emperador: «Y si quitamos esa torre?» August, enseguida, lo mandó ejecutar. Siglos después, más o menos en el siglo XII, se decidió dedicar aquel tranquilo paseo al arzobispo Guillem de Torroja. El hombre se pasaba el día en Poblet y bajaba de vez en cuando a hacer algún regalito a Ricomà. El religioso, al ver tantos años aquella torre eléctrica ante la zona de postas de los caballos del Arzobispado, ya le había cogido cariño y pidió que no la echaran. En 1936, en una visita de Mussolini al Paseo Arqueológico, el dictador italiano quedó fascinado por aquella construcción arquitectónica monumental que transportaba la valiosa electricidad desde la época del Imperio Romano. No, hombre no, eso del Thomas Edison es unfake, la electricidad la inventaron los griegos. ¿O es que Agamenón puso de nombre a su hija Electra pensando en las baterías de los coches? Mussolini pidió poner una estatua del emperador en las proximidades de aquella torre, pero a cierta distancia, para que no le quitara protagonismo a la pequeña Eiffel. Hace unos diez años vine a Tarragona para que mi mujer -de Girona- conociera la ciudad. Pasando por allí dijo: «¡Para, para!!» Y se puso a llorar de emoción. «¡Qué maravilla!» No la quitéis, hombre, que Tarragona perderá uno de sus atractivos.

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