Diari Més

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Soy una persona sensible y molestar o ofender a los amigos me provoca diarrea. Por eso, lleno el Facebook de gente que realmente no lo son, lo hago por si acaso. He ido a la RAE a mirar la definición de amigo: «Unido por la amistad con alguien». ¿Estos tíos que escriben diccionarios son gilipollas o lo soy yo? Nunca aclaran nada a la primera, siempre tienes que buscar una segunda palabra: «amistad». «Cariño y benevolencia mutuas más allá de los lazos de sangre y de amor sexual». Si la gente que me pide amistad no sienten cariño hacia mí, ¿Qué quieren? ¿Venderme un seguro? A lo mejor sí que tenemos lazos de sangre. No puedes decir nunca que de esta agua no beberé o que Julio Iglesias no es tu padre.

Cada día recibo cinco peticiones de amistad de personas que no conozco. Y a veces incluso de algún animal. Ya no cuento las señoras que dicen que son de un grupo de amigos que les gusta el sexo. ¿Ahora a la humanidad le llaman grupo de amigos? Acostumbran a ser señoras que van a tallas grandes del Corte Inglés, como yo, pero ellas a la parte de lencería. El problema viene cuando tu no conocer aquella persona, pero es amiga de mil trescientos amigos tuyos. O sea, que ves que es muy querida por todos, pero tu no tienes ni puñetera idea de quien es. Si la rechazas, eres el único ser humano del universo que le cierra las puertas a esa persona a quien le gusta la literatura y los gatos. Dirá que eres un hijo de… y a continuación empezará a criticarte como si fueses la Colau. De eso a que dejen de saludarte por la Rambla, sólo hay un paso. ¿Y si la pobre sólo quiere que le dediques un libro tuyo que ha comprado? Total, que tu aprietas el botón de «Aceptar» i, automáticamente, entra un mensaje que dice que si necesitas un crédito te pongas en contacto con ella. ¡Hala, ya te han colao un spam como una casa!

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