Diari Més

Tribuna

De condenas y condenas

Regidora del grup municipal del PP a l'Ajuntament de Tarragona

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El pasado viernes, hacia el final de la última sesión del Consejo Plenario de nuestro ayuntamiento, pregunté al alcalde Ricomà si condenaba la violencia que estábamos padeciendo en las calles de Tarragona y de otros lugares de España en los últimos días a raíz del cumplimiento de resoluciones judiciales que afectan a Pablo Rivadulla Duró, más conocido como Pablo Hasél.

El alcalde evitó expresar dicha condena y decidió responder a la pregunta con evasivas entrecortadas, más propias de un adolescente que se siente acorralado por las incisivas pero certeras preguntas de sus padres, pero impropias del alcalde que gobierna Tarragona. En un ejercicio de contorsionismo escapista, unas horas antes el alcalde Ricomà había defendido las actuaciones de nuestra Guardia Urbana, impecables a mi juicio. Ricomà parece olvidar que las directrices políticas que recibe nuestra policía local emanan directamente del alcalde. Así pues, Ricomà se niega a condenar la violencia, pero empuja a los cuerpos de seguridad a la calle con la consigna de protegernos con ramos de flores y banderitas blancas.

Ricomà preside un gobierno débil e inexperto y lleva ya unos meses barruntando la idea de dar entrada a Junts per Tarragona y a la CUP en el cartapacio municipal. Para ello, para que en su abrazo quepan republicanos, comunes, cupaires y herederos de la posconvergencia, a Ricomà no le queda otra salida que encogerse de hombros ante el vandalismo violento que alientan unos y lanzar a la policía a las calles a su riesgo y ventura como parecen reclamar otros.

Al final, Tarragona y los tarraconenses quedamos apartados de este juego de tronos de parvulario. La inseguridad personal y jurídica que genera este politiqueo de aficionados nos deja a los pies de los caballos, alejados de más y mejores oportunidades de empleo y de desarrollo personal y social.

La decisión de no condenar la violencia nos encadena a otra condena muchísimo más grave. A la vista de los altercados violentos, de la paralización de proyectos urbanísticos y del abandono de políticas para la recuperación del pulso económico de autónomos, pymes, industria, comercio, hostelería, turismo y cultura, pocos emprendedores escogerán Tarragona para desarrollar sus aspiraciones empresariales.

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