Diari Més

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Los periodistas de sucesos hemos visto muchas miserias de la sociedad, pero nunca nos ha tocado… excepto alguna puñalada por la espalda. Y nos creemos inmortales. Como mínimo, yo. Por eso, una servidora cuando tiene un mínimo síntoma cree que ya ha de llamar al obispo de Murcia para que le dé la extremaunción. ¡Hey, pero vacunado, que uno quiere pasar al otro mundo con una PCR negativa. Pero, un día de nuestro Señor de 2007 conocí la desgracia al salir de un restaurante de Gràcia. Fue en un bufet de estos rollitos de colorines japoneses. Y como que yo soy capaz de comerme una tonelada… así me fue.

Noté los mismos síntomas que cuando veo un debate electoral: me duele la barriga. Al pasar por delante del Hospital del Sagrado Corazón, entré en urgencias pensando que me dirían «tírese cuatro pedos y deje de comer como un jubilado en un catering». Pero no, una enfermera que debía ser del CNI, porque me lo miró todo, todo y todo, dijo una frase que me hizo reír: «Usted tiene divertículos en el sigma». Le pregunté si eran encuestadores de Sigma Dos, más que nada para ver después el resultado en El Mundo. Pero se ve que no, que para tener resultados, la cosa tenía que ir por el recto… Decliné amablemente la invitación para hacerme una colonoscopia y marché a divertirme yo solo con mi sigma. Hasta esta semana, que he vuelto a visitar urgencias con el mismo mal. El médico me ha preguntado si he hecho seguimiento de la diverticulitis en los últimos trece años. Le he dicho que hago un artículo divertido cada día, per si eso se puede considerar seguimiento. Me ha mirado con cara de «vaya peazo de friki» y me ha enviado a tomar… antibióticos.

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