Diari Més

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Los que habéis estudiado matemáticas me diréis cómo se resuelve la ecuación. Resulta que tengo que hacer un trámite en el Registro Civil, que no os importa un pimiento saber qué es, y me piden un certificado de nacimiento. Lo pido. Aquel hombre que me bautizó en la iglesia de San Miguel de Jerez no es que haya muerto, es que probablemente ya ha muerto su nieto. Ah, perdón, que es un cura. No había caído.

¡Tengo el certificado! Gracias. Un pequeño detalle «caduca a los tres meses». ¿Cómo? ¿Qué de aquí a tres meses el certificado ya no sirve? Que de aquí a tres meses habrá nacido en otro sitio? ¿Habré nacido otro día? Pues, mira, entonces elijo nacer el 20 de noviembre de 1975 en la Zarzuela. Creo que me irá mejor que ahora.

Miremos a ver qué más necesito… Ah, Certificado de empadronamiento. Entro en la web i, ¡Ay, caray! Tiene que ser un certificado histórico y para eso tienes que pedir hora en la OMAC. Como es histórico, deben tener allí a un escriba con túnica que te lo redacta con pluma y tintero en una perfecta caligrafía: «En el año 1640 de Nuestro Señor llegó a Tarragona Don Moisés, conde de Peñalver y Duque de Núñez». Sí, lo habéis adivinado, el certificado de empadronamiento también caduca, así que me he espabilado a pedir hora en el registro. Entro en la web y, ¡Premio! La primera hora disponible es para el mes de mayo, fecha en la que todos mis certificados estarán caducados. Dejadme llamar a ver si con el tema de la pandemia pueden hacer la vista gorda con la caducidad… «Lo sentimos, su llamada no se ha podido realizar». En fin, así va el mundo. Por cierto, si tenéis una multa y la queréis recorrer os recomiendo un algarrobo que hay en una rotonda en la avenida Cataluña. Allí os podréis ahorcar tranquilamente.

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