Tengo un hobby extraño. Vosotros iréis a correr, corréis, hacéis cola en Correos y os corréis, pero yo no soy tan simple. A menudo no tengo tema para escribir y hago lo que yo digo el cuarto de hora de inspiración. Todo lo que pase en esos quince minutos, lo pongo al fuego con un sofrito, y ya tengo el mandamiento. Por eso, alguna vez os encontráis todo desordenado y no entendéis nada, porque cuando abres la olla no están las patatas en fila a la izquierda y los chorizos de pie en el «paredón» de la derecha de la perola. Este es mi hobby, señores, ya veis que no hace falta que vaya al Decathlon a comprar unas mallas ni unas zapatillas, aunque sí que me convendría una de aquellas esterillas para hacer yoga, porque soy un perro.
Ayer decidí que el cuarto de hora fuese a la hora del Àngelus, ya sabéis, aquello que duraba un minutito y que paraba la programación de radios años atrás con una cancioncita celestial deseando que el día fuese bien. Era un programa que apasionaba al exministro Fernández, o doctor House, como le queráis llamar.
Pues ayer a la doce me pasaron cuatro cosas que creo que podrían formar parte de este mandamiento. Ya, ya losé, que el artículo se está acabando, pero es que soy de introducciones largas y, además, lo haréis vosotros. Hala, a cocinar los ingredientes. 1. Tribunal Supremo manda que se vuelva a juzgar a Otegui. 2. Eudald Carbonell, aquel experto en hombres primitivos, me ha pedido amistad por Facebook. 3. Alejandro Fernández ha hecho una felicitación de Navidad muy bonica. 4. Me entero de la muerte de John le Carré, un escritor especializado en relatos de espías. A ver, Argiñanos, tenemos hombres primitivos, Tribunal Supremo, Alejandro y espías. ¿Ha sido fácil, no?