Diari Més

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En estos días de confinamiento, las redes sociales han aumentado su papel de vínculo para relacionarnos. Facebook, Instagram, Messenger, LinkedIn y Wasap nos ayudan a sobrellevar el distanciamiento social. Por cierto, este último ha adquirido un papel muy destacado porque aquellos que no sepan expresarse, o les dé pereza, por escrito, siempre pueden hacerlo de viva voz. Creo que, en este contexto, resulta curioso observar cómo se organizan las personas. Basta con fijarse en aquellos grupos que tenemos en común con nuestros conocidos o los de los grupos de vecinos de un municipio. En estos grupos puedes encontrarte lo mejor de cada casa, como si de un cajón de sastre se tratase.

Dejo para el final Twitter. En esta red social, muy popular y activa, se multiplican estos días los comentarios políticos, a raíz del COVID-19. Lamento, una vez más, aquellos comentarios que responden más a la voluntad de sacar tajada política, que no a críticas constructivas o nuevas soluciones. En este ambiente, me sorprendió el tono humano del comentario de un político y amigo mío cuando decía: “La generación que está sufriendo de manera más cruel esta pandemia es la misma que padeció en su infancia los terribles rigores de la posguerra y la misma que nos condujo luego a la democracia. Vaya para ellos nuestro eterno agradecimiento. Les debemos todo”. Es imposible no estar más de acuerdo en una afirmación como la de Alejandro Fernández.

Nadie pone en duda que esta pandemia esta azotando de manera cruel a nuestros mayores. Se trata de una generación que vivió las terribles consecuencias de una guerra civil, un país sumergido en la más profunda pobreza y miseria. Nuestros mayores lucharon en un inicio por combatir el hambre, más tarde continuaron luchando para tener un futuro mejor, sacrificándose en abandonar sus lugares de nacimiento para buscar nuevas oportunidades, siendo protagonistas en el progreso de muchas regiones de España, con una ejemplar integración. Haciendo realidad sus sueños, consiguiendo esos estudios universitarios o de formación que anhelaban para sus hijos y que a ellos se les negó. Lucharon por poseer su propia vivienda. Su vida se veía reflejada en las televisiones Inter, en blanco y negro; en el popular Seat 600, que marcó toda una época; en las vacaciones, bien merecidas, al pueblo, donde les explicaban a sus paisanos los progresos personales conseguidos. Y por si todo ello fuera poco, fueron capaces de recuperar las libertades y, por tanto, la democracia, desde una ejemplar transición.

Hablo de aquellos que llegaron con su esfuerzo y trabajo a disfrutar de una merecida y digna pensión de jubilación, viviéndola en sus propios hogares, otros recibiendo los cuidados en casa de sus hijos, algunos en residencias por la falta de tiempo de sus familiares. Despedidos al lado sus seres mas queridos, aquellos a quienes les debemos todo. Por ellos, debemos dar más sinceras muestras de agradecimiento, para todos los trabajadores y voluntarios que, en estos delicados momentos, cuidan, miman y dan lo mejor de ellos mismos a nuestros mayores.

Ahora bien, tendrá que llegar el momento en saber en que hemos fallado, si la política de gestión en las residencias de mayores es la más adecuada. Tal vez habría que cambiar la competencia política, la responsabilidad política, transfiriendo las competencias de asuntos sociales a sanidad. No podemos permitir el oscurantismo con el que algunas residencias han tratado a nuestros mayores, y sus familias, en esta crisis. Necesitamos información transparente y pública para recuperar la confianza. No debemos olvidar que ahí dentro, en las residencias, están confinados los protagonistas de una historia de sacrifico, trabajo y progreso, nuestros mayores. A los héroes, a nuestros héroes, nuestros mayores, les debemos la máxima asistencia y consideración. No tengo ninguna duda que no todo el sector actúa igual, pero los casos que hemos ido conociendo no podemos permitírnoslos. Si no honramos a nuestros mayores, perdemos la oportunidad de tener un futuro de progreso. Siendo consciente de ello, quiero expresar mi compromiso sincero y claro que estaremos, siempre, de su lado.

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