Diari Més

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Ahora que estábamos un poco tranquilitos con el tema de ir al cole a aprender a votar, hoy he puesto la tele y ya empiezan las encuestas. Que si los que tienen más de 18 años y les gusta la butifarra votarán tal cosa, que si los farmacéuticos jubilados que tienen tres nietos votarán de esta manera y que si las mujeres que tienen adicción a la permanente, viven cerca de una gran ciudad y se pintan las uñas de verde escogerán a tal candidato. De aquí a unas semanas, aunque haya cien mil muertos, los informativos dejarán de hablar de la epidemia vírica de China para dedicar tres horas al día a explicarnos cuentos chinos. Pasaremos de ponernos la máscara en la boca para protegernos del coronavirus a llevar tapones en las orejas para que no nos afecte el «encuestavirus». Dejaremos el TDAH para sufrir el síndrome del «ADO»: unos dirán que eso está «equivocado», los ganadores dirán que estaba «cantADO», otros que está todo «cocinADO»…

No hay que ser un médico epidemiológico para saber cuál es la solución al virus de las encuestas. Sin quererlo un SMS del Cuerpo Nacional de Policía me ha dado la solución. El mensaje dice que puedo renovar el certificado digital en las oficinas policiales porque me ha caducado. «Piiiiii. Piiiii. Buenos días. ¿Ya es seguro esto del DNI electrónico?». Me han contestado que sería más fácil robar Las Meninas del Museo del Prado vestido de Carmen de Mairena que no que alguien se hiciese pasar por ti en internet. Y, entonces, listos, ¿A nadie se le ha ocurrido que podríamos hacer encuestas con eso o, ya puestos, votar con el DNI des de casa? «Eso sólo lo hacen en algunos países». Ya, me imagino que en Schleswig Holstein, en Bruselas o en Suiza.

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