Diari Més

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Amigos, hagamos lo que hagamos no tenemos remedio. En este país siempre hacemos cosas que el mundo normal no hace. Estos días me he restregado la cara más de una vez diciendo «¡Madre mía!» al ver las noticias. Una bola del sorteo del día 22 se cae al suelo. Un señor la coge y la pone dentro del bombo. Leed y, al mismo tiempo, reflexionad: hay un equipo de periodistas, que pagamos de nuestros bolsillos, elaborando un comunicado de prensa para decir que ha caído una bolita al suelo y que un señor la ha metido en el bombo. Ahora imaginad un equipo de prensa elaborando una nota sobre el concurso de perros pastores para decir que uno de los animalitos iba dopado. O, imaginad, que se hace un comunicado del Parlament diciendo que algunos parlamentarios se han rallado. No malpenséis, el President del Parlament de Catalunya informaría de que hay políticos que se han enfadado.

En el sentido panderetil del país también tendríamos que incluir otro hecho que dice mucho de por qué no somos Dinamarca. Resulta que un niño navarro se deja la bata del «cole» en casa. Como las normas de la escuela exigen que en el comedor se ha de entrar con bata, una profesora coge una bata al tuntún de las que había por allí y se la pone. Pero, ¡¡Horreur, era rosa!! Pues resulta que la madre del niño se va a la Policía y denuncia a la profesora por ponerle una bata rosa a su hijo. ¿Creéis que el señor que la atiende, a quien también pagamos todos, le dice a la señora que se calme, que tenían un homicidio y dos actuaciones contra el narcotráfico? ¡Pues, no! Le coge la denuncia, y ahora, otro señor, a quien también pagamos todos -un juez- tendrá que perder el tiempo en valorar el tema. He visto la denuncia, por tanto, creo que no es una «bola».

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