Diari Més

Creado:

Actualizado:

Hoy, 10 de octubre, hace 25 años que un servidor se limpió los zapatos gratis. Era el día de las inundaciones que regaron bien regados los jardines del Francolí. Recorrí el Priorat para cubrir aquellas lluvias y pasé una tarde entretenida viendo como el agua destrozaba coches y asustaba a los porreranos. Trabajando para el Times habría sido más normal que me enviasen a Buckingham Palace, pero no, me enviaron a Porrera. Allí no tenían la ginebra con la que se hace los gin-tonics la Queen, pero sí el segundo mejor vino del mundo: el del Priorat. ¿Qué? ¿Qué cuál es el primero? ¿No sabéis que soy de Jerez de la Frontera? En esos años había pagado para ver a Lluís Llach cantar en el pabellón del Reus Deportiu, pero aquel día lo tuve todo para mí. Que se entienda bien esta expresión, que ya sabemos cómo os funcionan las neuronas. Llamé a una puerta, esperando encontrarme un pagès con una sultafadora, y me abrió el cantante. Son de aquellas anécdotas profesionales que recuerdas, como cuando te hicieron un contrato indefinido, pero indigno.

Por cierto, una anécdota de cuando trabajaba en el Terrat. No sé como lo hizo Mari Pau, la de administración, que se mezclaron datos de algunos compañeros (Fermí, el Santi Millán o el Corbacho) y recibí una nómina -que conservo- que pone «artista» en la calificación profesional, y en el estado civil pone claramente «viudo». Pero en la «cantidad a percibir» no se equivocaron, no.

Vuelvo al agua. En octubre de 1994 supe lo que era la «vía catalana», porque cada cinco kilómetros de líneas amarillas en el suelo, había un «marrón». O sea, que la tierra había caído sobre el asfalto y, como pasa ahora con Madrid, los puentes estaban destruidos. No me hagáis mucho caso, soy un artista.

tracking