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Tribuna

El silencio de unas elecciones generales

Exsenador i diputat

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Salir de la burbuja política, dejar de mirarte el ombligo propio y de partido, es sano y positivo. En la calle, los ciudadanos, de toda clase y color político, están cansados de los políticos. La provisionalidad se ha instalado en un momento que se necesitan gobiernos estables y fuertes. Un primer vistazo a las encuestas aparecidas hasta hoy en día, permite constatar que el escenario que dibujarán las elecciones del 10 de noviembre es el siguiente: suben PSOE y PP; y bajan Ciudadanos, Unidos Podemos y Vox. ¿Cómo llegamos a estas elecciones generales? Pues con Catalunya como eje principal de la campaña electoral y con el hartazgo de los ciudadanos ante la ligereza con la que se mueven las formaciones políticas para llegar a acuerdos de gobernabilidad, de estabilidad.

En Catalunya el proceso independentista ya dura 7 años. Aquel catalanismo, o nacionalismo, del seny catalán mutó en un independentismo que no dudó en traspasar la línea del enfrentamiento institucional, del choque de trenes. A muchos catalanes les hicieron creer, y les ilusionaron, con que todo estaba previsto, todo muy bien estudiado, y que además había un plan B. Pues de todo eso nada de nada excepto, lamentablemente, unos en prisión, otros fugados y la gran mayoría desilusionados, dolidos por la fragmentación social que se vive en Catalunya y molestos con un Parlament que transmite, como dijo entonces un diputado a la que fue Presidenta del Parlament Núria de Gispert, una imagen de «fireta».

A su vez, los grupos independentistas están fraccionados. Junts per Catalunya se esfuerza en ser la derecha de la CUP, llamando a la movilización ante la próxima sentencia del Tribunal Supremo por los hechos del 1-O. La idea, sin duda, es ver si logran cambiar el signo de sus perspectivas negativas electorales. ERC, que apuesta por liderar el independentismo menos rancio y radical. Oriol Junqueras, el líder republicano que puede ser duramente perjudicado por la sentencia, hace una nueva llamada a la serenidad pidiendo, en este caso, en el de la reacción a la sentencia, una respuesta «sin humo ni simbolismo vacío». Cómo debe estar el patio que, hasta la propia CUP, aquellos que se definen como la auténtica izquierda, se presenta a las próximas elecciones generales.

En el ámbito constitucionalista, Ciudadanos ha iniciado un cambio de rumbo espectacular. Han pasado de negarse, en redondo, a apoyar un gobierno socialista, a Albert Rivera mendigando, a Pedro Sánchez, que le guiñe un ojo o, por lo menos, que le coja el teléfono. El líder de Ciudadanos es muy consciente que su negativa a pactar con los socialistas le ha causado un daño electoral que ahora quiere arreglar no sólo con un acercamiento al PSOE de Pedro Sánchez sino recuperando Catalunya como plató mediático a pesar de haberse largado, la gran mayoría de sus líderes catalanes, a Madrid.

En referencia al PP, se puede destacar el cambio de su líder, Pablo Casado, que ya no le hace ascos a la idea que apuntaban los barones Feijoó, Moreno o Alonso, de dar apoyo a los socialistas para conseguir un gobierno estable que pueda gestionar, también, los anhelos separatistas. El camino de la gran coalición, ya sea a través de acuerdos o otras fórmulas, lo han marcado los expresidentes Mariano Rajoy y Felipe González en un reciente acto en el Foro de la Toja.

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