Diari Més

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Si leísteis el otro día que soy un hombre con mala suerte, el artículo de hoy va un poco en el mismo sentido. La cosa va de goles de vaselina. Quizás más de vaselina que de futbol. ¿No os ha pasado que siempre estáis a un paso de todo? Por ejemplo, en una cola para entrar a una exposición, pongamos como ejemplo el funeral de Franco. Un señor uniformado va haciendo pasar a la gente de grupito en grupito para no saturar las instalaciones, como cuando Valle-Inclán presidió el Congreso el 21 de mayo. Por cierto, los «esperpentos» también fueron ese día. Pues eso, que siempre pasa que cuando te toca a ti, mueves el primer metacarpiano del pie derecho y aquel hombre solemne te planta el codo en la cara «tiene que esperar al próximo grupo». Entonces oyes un pelota que se lanza como Pelé, salta por encima de ti y de la barrera humana, y entra. (No sé yo si Pelé tendrá mucha fuerza ya con la derecha, con la del medio parece que no).

Eso me está pasando a mí, que cada día oigo como fichan a un amigo mío de director de algo con un sueldo similar al de un notario. Los que contratan también son amigos, vaya por Dios! Y cuando coincidimos siempre digo, disimulando, «veo que has fichado al Molero de director». Y siempre recibo la misma respuesta: «¡Ósti!, si lo hubiese sabido…». Lo dice mientras yo estoy de rodillas con un cartón que pone «deme argo». «¡Coñe, Toni, que soy un puto autónomo!». En ese momento compruebas que tu amigo hizo un máster de interpretación. Así que, como sé que este artículo lo lee mucha gente, lo digo ya: ¡Estoy disponible! Sirve para políticos, directores, gente de recursos humanos y azafatas de vuelo. Ahora, iros a la mierda con el método Stanislavski.

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