Mi amigo Sisco, de Reus, ha llevado a reparar un portátil que se compró en la ExproReus del 1989. Cuando le ha presentado al Windows 10, el portátil ha corrido más que Sánchez cuando ve el color morado. Al entrar en la tienda le han dicho que saque el carnet de identidad en una versión del «¿Qué pone en tu carnet, eh?”». Han entrado en la trastienda y han escaneado su DNI como quien hace una tortilla. «ardaremos unas tres horas. Por cierto, como tenemos que formatear, pasaremos sus datos a un disco duro externo». El Sisco ha asentido bajando la cabeza. Como vive hacia Castellvell, ha pensado en entretenerse por el Pallol las tres horitas. Él es como la mujer de Rajoy, que le gustan las barbas y por eso ha entrado en una de estas peluquerías modernas unisex, que ahora tendrían que llamarse multisex, porque ahora hay seis «modalidades».
Al entrar, le han preguntado por el nombre, el domicilio, el código postal y el número de móvil, “es para abrirle ficha”. Mi amigo ha contestado a las preguntas como si estuviese atado en una silla en un cuarto oscuro del Pentágono. Ha salido bien guapo y ha ido mirando escaparates. Ha visto unos zapatos muy chulos y parecían resistente. Vamos, que podría darle una patada en el culo a cualquier diputado sin que se deformase. En la zapatería ha pasado el carnet por encima del TPV. Vamos, como lo hace un congresista para entrar en una multinacional de la energía. No ha funcionado. La empleada le ha dicho «permítame» y le ha cogido el plástico. Debajo del mostrador lo ha vuelto a probar. El Sisco ha llegado a casa con el ordenador actualizado. Ha mirado las noticias y se ha asustado cuando ha visto que hay una aplicación del móvil que, sin permiso, envía tu localización y la foto. ¡Terrible!