Diari Més

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Estamos a escasos meses de las próximas elecciones municipales que, sin duda alguna, marcarán la tendencia de otras que puedan convocarse. Los comicios en nuestros municipios siempre han representado lo que se viene conociendo como unas primarias. Se trata de las elecciones más cercanas al ciudadano, a sus problemas, a su vida cotidiana, donde no tan solo responde su voto a una marca política, sino también a las personas que lo representan y aún más en municipios medianos y pequeños. Este es el panorama municipal con el que se presentan estas elecciones.

Aún recuerdo aquellos comicios municipales donde las formaciones políticas que se presentaban se podían contar con los dedos de una mano (CiU, AP-PP, PSC, ERC, ICV y alguna independiente). En núcleos urbanos industrializados, o en capitales de provincia, como Barcelona, Lleida , Tarragona o Girona (hoy por hoy, ésta última, en manos del separatismo), las formaciones de izquierda, o de centro derecha constitucionalista, mantenían un peso relevante frente al nacionalismo catalán moderado que representaba CiU tanto en el Ayuntamiento de Barcelona, como en Tarragona que nos toca más de cerca. Mientras tanto la Cataluña interior siempre fue el feudo de la formación política de Jordi Pujol, trono que hoy ha perdido a favor de ERC.

El paso del tiempo ha fragmentado la oferta electoral y este hecho, el de la fragmentación, va en aumento. En una primera fase proliferaron listas independientes que, en su gran mayoría, venían encabezadas por tránsfugas de otras formaciones políticas, sobre todo de las tradicionales de los propios municipios. Ahora, a este escenario, hay que sumar las nuevas formaciones políticas, la mayoría populistas, como la CUP, los Comuns (Podemos), ambas en Cataluña, y Podemos, Ciudadanos y Vox en el resto de España. Si bien la fragmentación de la oferta es síntoma de pluralidad no se puede negar que también dificulta la gobernabilidad, en el caso que nos ocupa municipal. Para muestra, un botón. En Torredembarra, con 16.000 habitantes, en las últimas municipales se presentaron 12 listas electorales. Ni que decir tiene la sorpresa que levantaron algunos pactos posteriores a las elecciones.

Así pues, las próximas elecciones municipales contarán con más papeletas que nunca. Habrá que ver, pero eso sólo lo sabremos pasado el 26 de mayo, si Ciudadanos continúa con la tendencia alcista que marcaron en las pasadas elecciones; si el PP seguirá perdiendo votos o, por el contrario, la previsible presidencia de Andalucía servirá de punto de inflexión y los populares podrán disfrutar de un ligero incremento; si la entrada de Vox en el parlamento andaluz la repetirán en nuestros ayuntamientos; si el PDeCAT o La Crida perderán municipios a favor de ERC o bien si el PSC seguirá el camino descendiente que ha marcado el socialismo andaluz. A nivel local lo cierto es que el PSC de Josep Fèlix Ballesteros no caerá en los errores de algunos colegas suyos en Catalunya y sabrán, una vez más, mantener el electorado de izquierda constitucionalista de la capital de Tarragona. Creo que la prueba de ello es que no han roto el pacto con el PP, no fuera el caso que Ballesteros necesite de dos o tres concejales para poder seguir siendo alcalde sin compartir la vara de mando. Además no hay que olvidar que al PP le beneficia mantenerse en la centralidad de la política municipal tarraconense.

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