Diari Més

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Aunque parece que por una parte de nuestros dirigentes los resultados económicos son el eje fundamental de su tarea de gobierno, no estaría de más también hacer una ocurrencia de las consecuencias que determinadas actuaciones de carácter puramente mercantilista suponen, para una parte de la ciudadanía que se ve «aparcada» de un modelo de sociedad que puede llegar a ser excluyente para los más débiles.

Ciertamente los números son muy importantes y, por lo tanto, la referencia a la «recuperación económica» es un hecho plausible y necesario, pero lo que no es presentable es fijar la estrategia de poder exclusivamente sobre la base de unos datos financieros minimizando las consecuencias negativas para|por la población de muchas de las decisiones utilizadas vía recortes y reducciones dramáticas de determinados gastos públicos.

Negar la influencia de la gente, en general, centrándose exclusivamente en los «balances y los grandes números», nos coloca en todos en un mundo de supervivencia, donde sólo podrán sobrevivir una parte de los conciudadanos, ya que otra parte pasará a inflacionar el mundo de los ignorados y olvidados y, por lo tanto, fuera de una realidad, exclusivamente numérica.

El intento de reducir la viabilidad social a la existencia de unos datos objetivos, pero con «aparcados» y «excluidos» nos lleva|trae a una división social de magnitudes impensables y deja el modelo de convivencia cerca de una derrota que sólo podrá controlarse por la fuerza. Es evidente que superar la situación negativa es necesario, pero lo que no se puede olvidar es que los medios para hacerlo tienen que ser proporcionados y con garantías de respeto por|para los que son más frágiles.

La negación del hecho evidente que por encima de los indicios de mejora, hemos ido haciendo desaparecer una conquista social como fue la «consolidación de la clase media» en su momento, hoy de capa caída imparable, con costes inasumibles por|para el terremoto social que eso representa; no tendría que suponer «pasar página» y seguir en la línea de felicitarnos por los buenos resultados de la economía, pues la evidencia comportará movimientos, muy a corto plazo, a los que se tendrá que dar respuesta si no queremos vernos inmersos en un «campo de batalla» del Siglo XXI dónde las armas serán diferentes pero las consecuencias parecidas a épocas pretéritas.

Apostar por un conservadurismo económico-financiero, con entidades financieros «enfermas» por|para la mutación imparable de su modelo de negocio que las deja fuera de unos resultados positivos como los que habían conquistado en su momento, pero también con unos Poderes Públicos que tienen que hacer frente a retos de todo tipo, condicionados por una globalidad, donde|dónde una parte, la más castigada hasta ahora, quiere su «trozo de pastel», son consecuencias que no se pueden «aparcar» y, por lo tanto, es más necesario que nunca que la transparencia de los gobiernos se hagan realidad explicando lo que sucede y lo que se puede hacer, aunque pueda no gustar.

Podemos seguir en la línea de «no pasa nada», leyendo el positivo y «pasando» de las nuevas no tan buenas, pero seguramente retrasar el diagnóstico y aplicar las «medicinas» necesarias nos pondrá ante unos hechos que sólo se podrán acompañar|reconducir con decisiones «salvajes» para no tener que hacer lo que tocaba en su momento.

Ya sé que es difícil «casar» la economía y los sentimientos de la gente que «sufre» las respuestas económicas, pero por mucho que nos autoengañamos, nada será como nos habrían vendido y todavía se quieren hacer comprar; quedarnos sólo en los «balances numéricos» dejando de lado todo el otro, nos verterá a un futuro complejo donde tocará sufrir mucho más de lo que podamos sospechar.

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